Editorial: A las del amor y sacrificio incondicional

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“Madre es alguien que nos quiere y nos cuida todos los días. Y llora de emoción porque nos acordamos de ella una vez al año”

                                                       M. J. Lobato

Mientras haya amor habrá poesía, escribió Gustavo Adolfo Bécquer, y muy bien pudo haber dicho lo mismo de las madres, porque sencillamente éstas son poesía y más.

Cuánta razón le asiste a quien señaló: Cada flor que veo me recuerda a ti, refiriéndose a su mamá.

El semanario El Mundo, tan apegado a la comunidad, cada año invita al concurso “Yo quiero a mi mamá”, ofrece con ello la posibilidad de resaltar el amor por un ser tan querido, de besar a las madres, abrazarlas, decirles que el cariño que merecen no cabe en el pecho.


Cuando no tenía a quien acudir, dijo el poeta a su madre, sabía que podía contar contigo. Cuando todos los caminos se cerraban, tu puerta era la única que estaba siempre abierta. Y cuando todo se ponía difícil ahí estabas tú a mi lado diciéndome que todo saldría bien.

Sin embargo es justo reconocer que hasta la poesía palidece ante tanto cariño, desvelo, entrega y dedicación de una madre, ante tantos mimos y cuidados. Bien apuntó José Martí, hijo amantísimo: Cada madre debiera llamarse MARAVILLA.

Pero las madres merecen más de un día, de un mes, de un año… ellas merecen todo el amor que se pueda dar en vida, todo el calor y atenciones; lo merecen y más. ¿Quién duda de que después de fallecidas siguen amando? Cuando el mundo se abre a los pies, exactamente cuando la herida es más profunda, las madres están ahí con sus consejos, enseñanzas, su infinito cariño, para indicar el camino a seguir, para salvar los obstáculos. Entonces vale apuntar: Gracias Mamá por todo lo que me has dado.

El amor a la madre, el halago, la ternura, las caricias, las atenciones, no admiten espera, ni siquiera hay que esperar el Día de las Madres o llegar donde está ella, hasta de lejos es válida una llamada, un mensaje, un beso, esas muestras de amor la hacen sentir la más feliz de los seres, entonces… ¿por qué escatimar o esperar? 

Es preciso agradecerles siempre, cuidarla con esmero, respetarla, definitivamente es su voz la que llega ininterrumpida para preguntar ¿desayunaste hijo? Es preciso darle todo el amor en vida, después puede ser demasiado tarde y los recuerdos taladran.

Como la vida es un ciclo, el tiempo pasa, llega la novia (o), la esposa (o), los hijos e hijas, los sobrinos y nietos, sin embargo el amor de madre no disminuye, no se mella, no se quiebra, es para siempre.

También es impostergable el enseñar a los hijos y nietos a querer a la venerable abuela, a visitarla, llamarla, colmarla de besos, a preocuparse por ella, inculcarle que existe, que ella es el tronco familiar y merece todo el amor del mundo, todo lo bueno que se pueda dar. Ahí están sus lecciones para la vida: ser buen hijo, buen esposo y buen padre, ser una persona de bien. Quien trata a una mujer como una princesa, demuestra que fue educado por una reina.

 

El personal del periódico El Mundo desea a todas las madres MUCHAS FELICIDADES.

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