Una y otra vez hay que volver a José Martí, el más universal de los cubanos, maestro, traductor, escritor, periodista de marca mayor, quien por si fuera poco fue capaz de aglutinar a un grupo de personas de la isla para luchar contra el colonialismo español; a él se atribuye -entre muchas- una frase de justeza sin límites: honrar honra.
La frase de marras viene a colación porque el pasado viernes 6 media docena de salvadoreños fueron reconocidos por su destacado quehacer a lo largo del presente año, aunque sin dudas la etapa enmarcada es una especie de formulismo, pues los homenajeados -como muchas otras personas asentadas en el valle- trabajan desde hace mucho por el bienestar de miles de seres humanos.
Ericka Avilés, Xenia Gómez, Rafael García, Manuel Rivera, Eugenia y William Tejada fueron los homenajeados, como antes resultaron Carlos Velis, Jackie Sosa, Rosita Morales, Paul Kular y Silvia Romero.
No hay dudas de que la aspiración suprema del ser humano es ser mejor como tal y que su trabajo lo ennoblezca, contribuya a solventar las necesiaddes familiares, además de ser un ejemplo para familiares, vecinos, compañeros de labor, la comunidad toda.
El empeño encuentra sin dudas muchos contratiempos, por eso sobresalir no es cuestión de todos los días ni de algo que se encuentra al doblar la esquina, es algo reservado a los que trabajan, a quienes se entregan sin miramientos por una sociedad más justa, ellos son el ejemplo hoy y mañana.
También entre los mexicanos, los guatemaltecos, los cubanos, los nicas, los hondureños, costarricenses, boricuas, peruanos, colombianos, hay quienes se distinguen por su sostenido trabajo, por su entrega y constancia, por su desvelo por dar siempre lo mejor. Eso es justo reconocerlo.
Pocas o ninguna de las personas mencionadas trabaja por este o aquel premio, su mayor felicidad es ver que quienes le rodean avanzan, salen adelante en los estudios, el trabajo, la estabilidad familiar, y claro, sobresalen por su calidad humana; se esmeran en que la comunidad tenga un mejor lugar para vivir, precisamente por eso se distinguen en sus respectivas áreas sociales... por su voluntad.
Premiar a esas personas y a muchas otras que lo merecen funge, reconocimiento aparte, como algo que motiva e incita a seguir dando lo mejor, a crecerse aun más ante las adversidades, y resulta un motivo de orgullo, de sano orgullo. Entonces las palabras de José Martí cobran, alcanzan mayor relevancia: sin dudas honrar honra.
Los señalados antes son de los que el escritor y dramaturgo alemán Bertolt Brecht llamó los imprescindibles, ellos se imponen, salvan obstáculos y muestran una labor acabada, no se rinden.
Ninguno de los mencionados, con toda seguridad, tiene varita mágica, detrás de sus éxitos hay una considerable dosis de perseverancia y entrega, de mucho trabajo y una férrea voluntad. Felicidades.