Editorial: La muerte de Harambe... una lección

Las imágenes del gorila Harambe recorrieron el mundo, millones de personas pudieron ver al simio arrastrar a un pequeñín de tres años, minutos antes de ser ultimado a balazos en el Zoológico de Cincinnati el sábado 28 de mayo; acto seguido se ‘desataron’ las opiniones a favor o en contra de la decisión adoptada por el personal de aquella instalación.

El menor escaló la barrera del recinto reservado para los gorilas... y muchos se preguntan: dónde estaba la madre, por qué no estaba atenta a su hijo, por qué no lo tenía de la mano. Las palabras irresponsabilidad y negligencia suenan con fuerza. Harambe murió por la falta de supervisión de una madre, esgrimen. El niño fue trasladado a un hospital donde fue dado de alta ese mismo día. No faltan quienes exigen una investigación. ¿Representaba Harambe una amenaza para el menor? No es lo que muestra con exactitud el vídeo, pero...

No faltan quienes afirman que los gorilas están en vías de extinguirse -por la destrucción de su hábitat y la caza furtiva- y que Harambe formaba parte de un proyecto de procreación en cautiverio. Qué triste.

Se habla de tranquilizantes para dormir al gorila, que el personal del Zoológico debió tener en cuenta otras opciones antes de matar al simio. Según Thane Maynard, director de zoológico, el hecho de que el gorila no atacara al niño no significa que el menor no estuviera en peligro. El tranquilizante, abundó, podía demorar en hacer efecto, y se trata de un animal que puede romper un coco al apretarlo con una de sus patas. “Esta es una grave pérdida para el zoológico y la población de gorilas alrededor del mundo”, dijo un apesadumbrado Maynard.

El sábado 28 en el mencionado Zoológico fue preciso adoptar en pocos minutos una decisión y se optó por preservar la vida de un menor. Con toda seguridad para el personal de cualquier instalación de este tipo ultimar a un animal es una de las últimas opciones, se sopesan varios aspectos, sin embargo en el accidente del menor que pese a su corta edad superó la barrera y cayó en la fosa de agua en el área de los gorilas, donde lo encontró Harambe, no hubo tiempo para mucho... ahora con frialdad, pasivamente, se puede especular, si esto, o aquello, o lo de más allá, pero -casi siempre hay un puñetero pero- urgía adoptar una decisión y tener en cuenta una premisa: salvar a un ser humano. Todo lo demás pertenece al terreno de lo que pudo suceder.

Se imponen varias cosas: investigar en profundidad, establecer medidas de seguridad aún más exigentes que incluyan dotar a los zoológicos de tranquilizantes de acción inmediata, recordar cada segundo que todo cuidado con los niños es poco, que es preciso observarlos todo el tiempo, no importa si son tranquilos, hiperactivos, amigos de hacer su voluntad, es menester tenerlos a la vista.

 

Los accidentes ocurren, por diferentes motivos, y la lección de cada uno de ellos está ahí, no deben pasar inadvertidas, por ningún concepto se deben echar en saco roto.

 

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