Editorial: Esos ángeles a quienes todos llaman MAMÁ

Mujeres buenas hay muchas, pero tú eres la mejor de todas

                    Proverbios: 31-29

Avanza mayo, bien llamado ‘mes de las flores’ y trae consigo uno de los días más hermoso, el dedicado a las madres, esos seres incansables, que prodigan amor sin interés, y sencillamente lo merecen todo.  

Se trata, incuestionablemente, de un día precioso el dedicado a las madres. Cuánta razón asistía al maestro, poeta, escritor José Martí cuando apuntó: “Toda madre debía llamarse maravilla”.  

¿Tiene alguien idea de cuántos poetas se han inspirado en el amor de las madres? Ellas lo merecen todo.

¿Quién puede calcular hasta dónde llega el amor de las madres, su capacidad de sacrificio? Y todo sin pedir nada a cambio, tan sólo que sus hijos sean personas de bien, la colmen de un sano orgullo, y aunque así no fuera, el amor de las madres no disminuye. Al contrario.

¿Cuántas personas son capaces de dar hasta sus propias vidas por salvar, proteger a sus hijos? Eso, por lo general, compete sólo a las madres, por su incalculable capacidad de sacrificio. 

No falta, por supuesto, quien por esta fecha -y siempre- recuerde que el vínculo entre madre e hijo se forma desde que el bebé comienza a formarse en el interior, y la fusión, la conexión entre esos dos corazones nada ni nadie la podrá romper.

Alguien dejó sentado: “Una madre es alguien que a pesar de todos tus fallos te sigue queriendo y cuidando como si fueras la mejor persona del mundo”.

Abraham Lincoln, sin dudas una figura imprescindible en la historia de los Estados Unidos, escribió con sobrada justeza: “Todo lo que soy o espero ser se lo debo a la angelical solicitud de mi madre”.

Por si fuera poco el afamado escritor Mith Albom resaltó: “Cuando miras a tu madre estás mirando el amor más puro que conocerás jamás”.

En algunos países se celebra a las madres el 10 de este mes, en otros el segundo domingo, no importa la fecha -debía ser todo el año-, lo relevante es que ellas no pasan inadvertida y todo gira alrededor del amor, de ese inmenso amor que ellas prodigan sin escatimar.

Una flor, una tarjeta, un regalo, todo palidece ante el beso con que la madre corresponde a quienes se acercan con un presente, o le brindan un cariñoso felicidades, la acarician.

Tenga siempre presente que la vida no viene con un manual... viene con una madre, y ella valora la existencia de cada uno de sus hijos, más allá de sus logros.

De todos los regalos que la vida tiene para dar, una madre es el mejor de todos. Son precisamente las madres quienes toman a sus hijos de la mano por un tiempo, pero sus corazones para siempre.

La frase ‘hijo, llama cuando llegues’ encierra tanto, cuatro palabras llenas de amor, y qué les parece esta otra: ‘no me acuesto hasta que tú llegas’. Las madres se dan toda, no miran a un lado a otro, no valoran si querer a este o a aquel les va a mejor, ellas son únicas. Para las madres del valle: MUCHAS FELICIDADES.

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