Editorial: El tesoro más preciado

Los niños son la esperanza del mundo - José Martí

El 20 de noviembre está dedicado a quien sin dudas clasifica como el tesoro más preciado... es el ‘Día Mundial del Niño’.

José Martí afirmó: Para los niños trabajamos porque ellos son los que saben querer.

La fecha fue proclamada en 1925, durante la Conferencia Mundial sobre el Bienestar Infantil. El 20 de noviembre de 1959 se aprobó la Declaración de los Derechos del Niño. La jornada se considera ‘Día Universal del Niño’.

Los más pequeños de la casa viven en un mundo mágico, lleno de fantasía, donde sus padres son héroes, abundan los amigos imaginarios... el mundo entonces es tan hermoso, pues a su lado todo parece ser posible.

Y los niños, por supuesto, merecen respeto, la crianza respetuosa ayuda a los adultos a percatarse de lo que necesitan los más pequeños en su etapa mágica de desarrollo; es esa edad donde el amor, la guía, y el respeto hacia él como persona deben ser una prioridad.

De lo anterior se desprende que el respeto constituye uno de los valores más importantes a inculcar en los menores. Una vez más, no se trata sólo del respeto a los padres, a los adultos, es menester enseñarles a respetarse a si mismos. La base de la convivencia estriba en el respeto mutuo, además de ser el ‘terreno’ donde ‘florece’ la autoestima.

No por gusto Martí agregó: ‘hay un solo niño bello en el mundo y cada madre lo tiene’.

A ese niño bello de que hablaba Martí, para quienes escribió un libro indispensable titulado ‘La edad de Oro’, es preciso enseñarles el respeto a si mismo, a los demás, y al bien común para convivir en sociedad.

Nada es tan difícil como criar a un niño, no hay un manual para enseñar a los padres, sin embargo muy bien se puede comenzar por dar el ejemplo, por ser amables, pedirle que emita su opinión, escucharlo atentamente y respetar su criterio, conviene enseñarlos a expresar sus ideas, que abrace la sinceridad.

Los menores aprenden, primero que todo, imitando, de ahí lo relevante de ser un buen patrón, de predicar con el ejemplo. Si los niños ven que los adultos se respetan entre sí, aprenderán a respetar a los demás.

Un hogar donde no hay respeto, todo cualquier disgusto se “resuelve” con gritos y ofensas, es el campo ideal para aprender de intolerancia y agresividad. Enseñe a su hijo la magia que encierran palabras como gracias, por favor, permiso, disculpa, lo siento. No se puede olvidar que los hijos, los niños, también son personas, entonces si te equivocas con ellos ofrécele una disculpa. Quienes piensan que al decir ‘lo siento’ pierden autoridad están equivocados. Se gana mucho ante los ojos del niño al saber reconocer un error. Hay que tratar a los pequeños con amabilidad, reconocer sus esfuerzos, darle las gracias.

 

Es importante que adultos y menores comprendan que para respetar a alguien es menester creer, confiar en esa persona, entonces no lo deje para mañana, gánate el respeto de él y su confianza. Felicidades.

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