Editorial: El hermoso arte de la caligrafía

Escribir es la manera más profunda de leer la vida

                                  Francisco Umbral

 

Hace muchos años, siglos, se resalta la importancia de la caligrafía, el arte de escribir a mano. Es tal su relevancia que cada 10 de agosto se celebra el Día Mundial de la escritura.

Pero, como quiera que hoy predominan los dispositivos digitales, se preguntarán algunos, qué es la caligrafía. Una explicación rápida sería: ‘es cuando el arte y la escritura se dan las manos’.

Mientras por un lado los poetas consideran que la belleza estriba en el flujo de las palabras, los calígrafos encuentran dicha belleza en el ensamblaje de esas palabras en el papel de manera artística y hermosa.

Es más, se puede afirmar que los calígrafos diseñan las palabras con una elegancia armoniosa, casi romántica.

La caligrafía es una de las formas de comunicación más antigua, y se manifiesta en casi todas las regiones del mundo. En los primeros hallazgos, por poner un ejemplo, la Biblia estaba escrita en caligrafía hebrea, la influencia occidental traería consigo un punto de vista que muchos opinan es más creativo.

La máquina de escribir, la computadora, por supuesto con todas sus ventajas, no mellan -no afectan- la indiscutible magia de la pluma sobre el  papel. Hoy, sin exagerar, los calígrafos son de la opinión de que la caligrafía es una interpretación del individuo, cada símbolo crea una relación entre el ente y su lenguaje.

Profesionales de la caligrafía precisan que siempre encuentran el ritmo creativo, la inspiración individual antes de volcar en el papel el talento y el profesionalismo, su admirable arte, ése que dicen los retrata.

Como quiera que de poco sirven los conocimientos si éstos no se transmiten a otras personas, una de las mejores manera de honrar o celebrar el ‘Día Mundial de la Caligrafía’ es enseñando a otros, invitando a cursos relacionados con esta marcada habilidad, algo para lo que incluso se pueden emplear las redes sociales.

Se puede practicar, debatir, aprender, plasmar una y otra vez sobre el papel símbolos y letras, hasta perfeccionar. Hay sin dudas muchas personas cuya letra hasta ellas mismas las consideran feas, casi indescifrables, cuesta trabajo leerlas, para mejorar es menester acudir a la caligrafía, repetir letras, oraciones, no hasta  perfeccionar, pero sí mostrar una innegable mejoría, que al final todos agradecen.

El teléfono, la computadora, son dispositivos que denotan el significativo adelanto, y en ellos se escribe muchísimo, conviene en ocasiones ponerlos a un lado, dedicar unos minutos a escribir a mano, para adquirir habilidades o no perder aquellas de las que se había gala.

Los avances en el arte, y posiblemente en otras ramas, le deben mucho a la caligrafía, de las que paradójicamente se escribe poco. De vez en cuando escriba a mano, usted mismo (a) reconocerá los avances, invite a sus hijos a escribir, sin ánimo de competir, compare a quien le quedan mejor las letras, es algo en extremo didáctico.

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