Editorial: El futuro pertenece a los jóvenes

Hace exactamente ocho años (en el 2014), se declaró el ‘Día Mundial de las Habilidades de la Juventud’, con la marcada intención de encausar, propiciar una plática, un acercamiento entre los jóvenes y las instituciones, los centros educativos para facilitar la formación técnico- profesional, y con ella el desarrollo.

¿Cuántos jóvenes muestras inclinaciones, habilidades, para pintar, la mecánica, la computación, las diferentes manifestaciones artísticas, los idiomas, la oratoria, la matemática, la física, tienen poder de convocatoria...?

Y está claro que las habilidades de los jóvenes también se vieron afectadas -o detenidas- por los efectos de la pandemia, meses después (y aunque nadie debe descuidarse ante el Covid 19), se trata de recuperar el terreno perdido, en pos de que los jóvenes puedan hacer valer su talento, sus habilidades, y de paso contribuir al desarrollo económico.

Claro que es un reto, sin embargo es preciso tender la mano a los más jóvenes, ayudarlos, de manera que puedan crecer, ‘hacer volar’ su imaginación, apoyados en sus habilidades, y que de alguna manera también enfrenten -con ánimo de superar- lo concerniente a la serie de desafíos que trae consigo el cambio climático, diferentes conflictos, la galopante inflación, los avances tecnológicos.

Por supuesto que cuando se trata de los jóvenes con habilidades, también vienen a colación quienes tienen habilidades en el campo del deporte para correr, saltar, nadar, lanzar la pelota, batear, montar bicicleta, lanzarse en paracaídas... o, por otro lado, tocar determinado instrumento musical, cantar, o tener las habilidades necesarias para involucrarse o distinguirse en el campo de la política.

De alguna manera se debe hacer un esfuerzo para poner a un lado las barreras que impiden el acceso al trabajo, además de propiciar que las habilidades de este o aquel joven sean certificadas, se les reconozcan a la hora de encarar los requerimientos exigidos para trabajar en determinada posición.

El mundo enfrenta la denominada ‘Década de Acción para la Agenda 2030’, resulta incuestionablemente otro esfuerzo -válido por demás- en favor de la plena participación de los jóvenes en los procesos globales, todo lo cual es vital para generar cambios positivos e innovación, son tareas en las que se pueden (y deben) hacerse sentir los jóvenes.

El tiempo no se detiene, quizás a algunos le parezca lejano lo que tiene que ver con la ‘Década de Acción para la Agenda 2030’, pero ya quedó atrás la primera mitad del 2022.

 

 Conviene platicar con los jóvenes, conocer sus inclinaciones, el talento que poseen, sus habilidades, cómo pueden desarrollarlas de la mejor manera, ponerlas en función de su desarrollo individual y colectivo... el mañana les pertenece.

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