Editorial: El folclor... eso hermoso que distingue

Corren tiempos en extremo difíciles, signados más que todo por la pandemia y su significativa, lamentable carga de fallecidos, hospitalizados, desempleados, medidas preventivas que nadie -o casi nadie- quiere sin embargo son necesarias para evitar contagios. ¡Eso es lo primero!

Pese a lo anterior, a las notas tristes y preocupantes de cada día, a los tantos que se adelantaron sin despedirse, el 22 de este mes se celebra el ‘Día Mundial del Folclor’, como justo y digno reconocimiento a las expresiones artísticas y culturales de cada uno de los pueblos.

Se escogió la fecha -instituida en 1960- porque coincide con el nacimiento del argentino Juan B. Ambrosetti, a quien no por gusto muchos consideran ‘el padre de la ciencia folklórica’.

Apegarse de una u otra forma al folklor, es apostar por la cultura y el arte, por el fomento y respeto a las raíces y tradiciones, incluso a la sana convivencia de los pueblos, a la diversidad. ¡Eso que es menester impulsar, mantener vivo, desarrollar!

Millones de personas viven lejos del lugar donde nacieron, de familiares y amigos, de lo que fue su vida por años, pero mantienen vivas sus costumbres, dan a conocer y promueven ¡su folclor! Por ellas hablan su música, las danzas, los trajes típicos.

¿Escuchó de las danzas de los viejitos, del jarabe tapatío, del huapango, la danza de los chinelos, la jarana yucateca, los caporales, la morenada boliviana, la gastronomía peruana, la música tradicional cubana? Todo ello forma parte del folclor, de eso tan hermoso que hermana a los hombres.

Quizás muchos piensen que el folclor está ligado a la artesanía, es algo museable, pues resulta válido precisar que va más allá, es algo orgánico, se desarrolla, y un claro ejemplo de ello (aseguró Arturo Amaya, un enamorado de las danzas peruanas) es la música andina, que se multiplica y goza de ‘excelente salud’.

No hay dudas de que el folclor es abarcador, puede ir desde la oralidad, la música, las danzas, la fabricación de juguetes a mano, el llamado ballet folclórico, los trajes y bailes, la gastronomía, os mitos y leyendas, el lenguaje, los dichos o refranes, o sea, es un abanico que puede ‘retratar’ a personas y lugares, a poblaciones y países.

Un ejemplo de folclor mexicano, con todas las de la ley, es la celebración del ‘Día de Muertos’, que cada año -pandemia aparte- suma a más personas, de diferentes nacionalidades. 

Las escuelas o centros docentes del valle que durante el año escolar organizan la denominada ‘Noche de diversidad’, contribuyen sobremanera a promover el folclor, el evento funge como motivación para dar a conocer platos típicos, trajes, danzas, objetos de artesanía, y lo que es mejor, involucra a estudiantes, a la nueva generación, para que ésta mantenga viva y de a conocer las raíces y costumbres de sus padres, lo que los distingue.

 

Este domingo 22 es preciso recordar que la cultura es siempre lo primero que urge salvar, y ello, por supuesto, incluye también al folclor.  No lo dude. 

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