A punto de correrse las imaginarias cortinas del 2019 y recibir al 2020, muchos asuntos de importancia medular llaman a la reflexión, mientars millones de personas elevan sus oraciones para agradecer y de paso implorar por un año mejor en todos los sentidos.
Dicho de otra manera, es el momento propicio para pasar revista a lo sucedido en los últimos 12 meses, y mirar al futuro, aunque por estos días todo, o casi todo, se subordine a las reuniones familiares y las celebraciones.
En cada núcleo familiar, en la comunidad, pasada la euforia y el hermoso espectáculo de los fuegos artificiales, se impone echar un vistazo a dos renglones clave: la educación y la economía, de marcada incidencia y ante los que nadie debe quedar indiferente.
Tanto la economía como la educación tienen mucho que ver con el presente y el mañana, si en esos dos temas, que requieren atención impostergable, se trabaja con claridad meriana, entonces es válido mirar con optimismo; se impone de una manera u otra la participación de todos, aunque sea para dar una idea. No se vale quedar cruzados de brazos.
El trío que conforman la casa, la escuela, el estudiante, está llamado a dar el máximo, por suspuesto bajo indicaciones certeras, precisas, poniendo en práctica fórmulas ganadoras, y poniendo a un lado lo que urge desterrar.
La unidad, la disciplina, el aprender a convivir, pueden ser -de hecho lo son- herramientas imprescindibles para encarar la violencia, el abuso sexual, las indisciplinas sociales, asuntos que en gran medida constituyen materias o asignaturas pendientes... el 2020 puede ser el escenario idóneo para un cambio de 180 grados. Ojalá. Es necesario. Siempre va a ser mejor que predomine el amor y el respeto, con seguridad así las cosas fluyen y se evitan males mayores.
Las postrimerías del año a punto de comenzar traerán consigo elecciones presidenciales, y ellas, por supuesto, exigen, requieren una postura responsable, sensata, poner los pies en la tierra y no creer en cuentos de camino y peces de colores.
Abstenecerse en las elecciones, dejar que otros hagan el trabajo, es adoptar una posición comoditicia, y queda claro que quien se duerme, permite que otros sean los que asuman, no tiene derecho a reclamar cuando -en su opinión- este mandatario (o aquel) “mete el delicado pie hasta el hombro”. No se vale.
Los próximos 12 meses serán sin dudas un marco excelente para crecer como persona, ser mejor padre, hijo, hermano, amigo, vecino, trabajador... es un esfuerzo que sólo ofrece la posibilidad de ganar, y que conste no es caro.
Ser amable, educado (no hace falta título universitario), no cuesta absolutamente nada, y reporta una satisfacción personal invaluable. Lo mismo se puede decir de la solidaridad, la generosidad, la acción de ayudar a otros, esa en gran medida es la felicidad, y junto al deseo de bajar de peso o dejar el cigarro, puede ser muy bien un propósito.
Nevada, y específicamente Las Vegas, se caracteriza, entre otras cosas por el juego, entonces, optimistas al fin, bien vale la pena apostar por un mejor 2020.
Los dueños del semanario El Mundo, una publicación con casi cuatro décadas, y el colectivo que cada semana se entrega en pos de un mejor producto, le hacen extensivo los mejores deseos. Felicidades.