Editorial: Demencia y control de armas

El presidente no siente lo duro, sino lo tupido.

Sin embargo, hace casi un mes, después de la masacre perpetrada en esta ciudad, durante un concierto al aire libre, Donald Trump se negó a reconocer que es imperativo realizar un control en cuanto a la adquisición de armas en los Estados Unidos.

En respuesta a la segunda masacre a tiros ocurrida en casi seis semanas, sin dejar de mencionar al ataque terrorista de Nueva York, el presidente afirmó durante su gira por Asia que el asesinato de 26 personas en una iglesia de Texas no fue “una situación derivada de las armas en sí”.

Tal y como reporta la agencia Prensa Asociada en un despacho, Trump describió la masacre en la iglesia de Texas como un “problema de salud mental al máximo nivel”. Funcionarios de la Casa Blanca consideraron improbable que Trump exija políticas específicas, tal como hizo después del ataque con una camioneta que tuvo lugar la semana pasada en la ciudad de Nueva York que dejó ocho muertos y estuvo inspirado en el grupo Estado Islámico. 

Devin Kelley, el autor de la masacre en Texas, fue cesado hace varios años por agredir a su esposa y un menor, dijo la Fuerza Aérea. 

“Era un individuo muy trastornado, según los informes preliminares. Demasiados problemas en un periodo largo”, declaró el presidente.

La reacción tibia de Trump frente a la violencia derivada de las armas de fuego contrasta con su rápido llamado a favor de medidas legislativas y militares después del ataque con la camioneta del 31 de octubre en Nueva York. Horas después de que el vehículo arrolló a varias personas en una concurrida ciclovía, Trump solicitó al Congreso la revocación “inmediata” del programa de lotería de visas de diversidad que utilizó el autor del ataque, Sayfullo Sipov, de Uzbekistán, para ingresar en Estados Unidos en 2010. Trump también afirmó que Estados Unidos había intensificado sus represalias contra el grupo Estado Islámico después del ataque. 

“Les estamos dando 10 veces más fuerte”, declaró.

El ataque ocurrió el domingo 5 por la mañana en el sur de Texas, cuando un hombre vestido con uniforme negro de operaciones tácticas y armado con un fusil de asalto abrió fuego dentro de una iglesia bautista en una pequeña comunidad, donde mató a 26 personas e hirió a 20. 

Cuando Kelley se retiraba del lugar de los hechos fue confrontado por un civil armado, según la policía. Kelley fue encontrado sin vida después dentro de su vehículo. 

Trump dijo que “afortunadamente alguien más tenía un arma y disparaba en la dirección opuesta, de lo contrario el desenlace (no) habría sido tan mal como fue. Habría sido mucho peor”.

Los investigadores creen que Kelley se suicidó. 

Lo anterior ofrece un panorama que obliga a una pregunta: ¿Por qué, si el atacante es de origen afroamericano, latino, de minorías, inmigrante, se considera como castigo la cárcel e incluso la pena de muerte, pero por otro lado, cuando el atacante es blanco, es un problemas de “salud mental” y debemos prestarle asistencia siquiátrica?

¡Qué le parece!

 

Top