Cuando el próximo lunes 8 miles de niños, adolescentes y jóvenes emprendan el camino hacia la escuela, comenzarán a hacer realidad el sueño de sus padres y de quienes los quieren bien.
Dos hombres grandes de la historia latinoamericana: Benito Juárez y José Martí, concedían -aunque de ellos no se debe hablar nunca en pasado- relevante importancia a la educación, una y otra vez se refirieron al asunto.
Conviene tener en cuenta la hermosa frase del mexicano Juárez, quien resaltó: ‘La constancia y el estudio hacen a los hombres grandes, y los hombres grandes son el porvenir de la patria’.
Quizás muchos estudiantes vuelvan a los salones de clases a regañadientes, en contra de su voluntad, sin embargo dice un viejo refrán: ‘Tiempo perdido hasta los muertos lo lloran’. Es ahora cuando se debe cultivar el intelecto, aprender, leer, adentrarse en las matemáticas, las ciencias, los idiomas, la historia.
Martí, habanero, que reunió varios textos en el libro que todo pequeñín debe leer “La edad de oro”, dejó sentado: ‘Para los niños trabajamos porque los niños son la esperanza del mundo, porque los niños son los que saben querer’.
Claro que es ir cuesta arriba pretender ser la esperanza del mundo sin educación. El propio Martí escribió: ‘la ignorancia mata a los pueblos’.
No puede obviarse la educación que DEBEN brindar los padres en casa, esa que no se puede delegar en el vecino, el familiar, el maestro, y que tanto tiene que ver con el ejemplo. ‘Nunca es un niño más hermoso que cuando trae en sus manitas de hombre fuerte una flor para su amiga’. Eso se aprende en casa.
El autor de ‘Cultivo una rosa blanca...’ esgrimió: ‘Saber leer es saber andar, saber escribir es saber ascender’.
Los días de vacaciones llegan a su fin, han transcurrido literalmente ‘volando’, pero volverán, el tiempo no se detiene. Es el momento único, especial, de volverse a encontrar con el maestro (a), los amiguitos, los libros, la escuela.
Martí enfatizó: ‘Todo hombre al venir a la tierra tiene derecho a que se le eduque, y después en pago contribuir a la educación de los demás’. Es trascendental la labor del maestro (a), se le debe reconocer y agradecer todos los días.
Es una constante la preocupación de los padres por la seguridad de sus hijos, aquellos quieren estar en el trabajo, son el sostén de la familia, mientras, los más pequeños van a la escuela a aprender, nada ni nadie puede poner en peligro sus vidas, su integridad física.
Es prioritario garantizar la seguridad, que los estudiantes pongan su mayor empeño, sobresalga el interés por aprender.
Dentro de pocas horas el ambiente dará un giro de 180 grados, las calles se llenarán de niños acompañados de su padres, los adolescentes, los jóvenes tomarán el camino a la escuela, los camiones amarillos, los agentes del orden, los conductores que deben ser más precavidos que nunca antes...
Cada niño que empuña en su manita un lápiz, hojea un libro y está atento frente al maestro (a) abona su camino al futuro, esa es una labor que no se puede postergar.