Editorial: Día del abrazo… sin abrazo

El Día Internacional del Abrazo se celebró por primera vez el 21 de enero de 1986, con la intención de decir mucho tan solo con estrechar a quien se quiere, se estima de manera considerable, a la vez que se da una estocada al estrés, pero hoy -por las indicaciones sanitarias- no es precisamente lo más indicado. La efemérides se celebra en muchos lugares del mundo.  

Kevin Zaborney, un psicólogo de la Universidad de Michigan, con maestría en la Universidad de Boston, tuvo a bien considerar que la gente estaba muy estresada en general, tal vez si se abrazaran con más frecuencia… les ayudaría a mejorar su salud física y emocional. La idea se popularizó y alcanzó gran popularidad. Representa o significa tanto un abrazo, es capaz de cambiar hasta el estado de ánimo de una persona.

No faltan , por supuesto, quienes aseguran que el abrazo es la más elemental y directa forma de comunicarse. Se aprende a abrazar antes que a caminar o hablar. Con ese gesto de apretar entre los brazos, comienza la comunicación. Sirve para fomentar el vínculo afectivo entre una madre y su pequeñín. 

Lamentablemente, por circunstancias de todos conocidas, abrazarse no es lo más aconsejable, quizás esa especie de saludo, de muestra de estimación, se limite a un familiar allegado, para evitar la propagación y contagio de una pandemia que lo ha virado todo al revés.

No se puede dejar de reconocer que un abrazo resulta para muchos, millones de personas, un contacto vital, entre los hispanos, que en gran medida ‘viven del cariño’ es algo casi imprescindible que se ha tenido que poner a un lado como medida encaminadas a preservar la salud.

Un abrazo, es innegable, genera una agradable sensación de bienestar, de alegría, de cariño, ayuda a disfrutar el momento en que se materializa, los minutos que siguen, de alguna manera tiene que ver también con la seguridad y protección, la actitud positiva.

El contacto físico en general, y el abrazo en particular -respetando siempre el espacio personal-, supone la forma de estimulación más importante para el desarrollo físico y emocional. 

Cuando se platica de comunicación, por lo general sale a relucir el lenguaje verbal, las palabras, incluido los gestos, las señas, sin embargo no se puede dejar de reconocer que las palabras pueden traer consigo barreras (vinculadas al idioma), pero los abrazos, no cabe la menor duda, superan todas las barreras e incomprensiones.

En el caso de los adultos, el grado de contacto físico depende de la relación que haya entre las personas. Los expertos opinan que el contacto físico es UNIVERSAL; lo que hace la cultura -tiene que ver con la nacionalidad- es modular, interpretar cómo se ‘vive’ ese abrazo, pero es justo consignar que no puede reemplazarse por ninguna otra forma de comunicación.

 

El abrazo también aporta una dosis de optimismo, entonces, es preciso mantener el distanciamiento social, confiar en los científicos, tener paciencia, y la certeza de que sin dudas falta menos para materializar el anhelado abrazo.

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