Editorial: Cuidadoras, importantes y poco reconocidas

Este viernes 5 es el ‘Día Internacional dedicado a las personas cuidadoras’.

Sin dudas las personas cuidadoras, en su mayoría mujeres, resultan un pilar dentro de la sociedad, contribuyen con su sensible labor al bienestar y calidad de vida de muchas personas enfermas o dentro de lo que se ha dado en llamar ‘tercera edad’.

Sean familiares o personas contratadas para materializar este trabajo, de ellas depende en gran medida el estado de ánimo, la atención que se brinda a hombres y mujeres de edad avanzada o que padecen determinada enfermedad; resulta relevante el apego, la relación que se establece y fomenta entre el cuidador (a) y el cuidado (a).

Quienes se dedican al cuidado de otras personas van más allá del trabajo o del grado de familiaridad que se crea, pues en la mayoría de las veces surge y crece un vínculo, hasta llegar a convertirse en parte de la familia.

Nadie duda que las personas cuidadoras, sin reparar en el sexo, se distinguen por su sensibilidad y comprensión, su tolerancia y vocación de servicios; ellas se convierten en la voz de esa persona mayor o enferma que necesita del cuidado y desvelo de otra.

Es una labor difícil, en extremo exigente, pues más allá del entendimiento, de la relación, la familiaridad, el cariño que llegan a brindar, no debe sorprender el hecho mismo de estar cerca de un enfermo pueda dar paso al ‘desgaste’ del cuidador.

Es preciso ser objetivos, y en tal sentido quienes realizan esta labor desarrollan una especie de sensibilidad, de humanismo, más allá de ver a personas mayores dependientes, afectadas por el alzheimer, la demencia senil u otras patologías, ellas prefieren ver en quienes cuidan a personas con dignidad, con una historia, con familiares, sólo que enfrentan (casi siempre por los años) algunas puntos débiles o dependencias.

En lo concerniente al reconocimiento, tal vez las personas cuidadoras sean de las menos reconocidas por la sociedad, sin reparar en que son precisamente de las protagonistas, desempeñan un rol de importancia capital, en extremo relevante, que no pueden ponerse a un lado, y menos aun pasar inadvertidas. Es preciso darles dentro de la sociedad el lugar que les corresponde, ganado por derecho propio.

Junto al crecimiento de la esperanza de vida, lamentablemente aumentan las posibilidades de contraer una enfermedad de las llamadas crónicas, y con ello la necesidad de cuidador, esas personas que ofrecen su ayuda día a día No constituye un secreto que en muchas ocasiones las familias no pueden cubrir todas las necesidades de estas personas, en otros casos las personas con dependencia no tienen a quién recurrir, entonces sale a relucir la profesión y el rol de la persona cuidadora.

El cuidador (a) por su desempeño, se convierte en la persona confidente, en los brazos, las piernas y el raciocinio de las personas dependientes, que cuida, ayuda, escucha, alienta... ella merece un aplauso, el reconocimiento, el agradecimiento.

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