Editorial: Cuando los obstáculos son un reto

El fracaso no es una opción, todo el mundo tiene que triunfar

                 Arnold Schwarzenegger

Si alguien pensó que los jóvenes graduados de preparatoria se iban a quedar cruzados de brazos, mirándose el ombligo, ante la imposibilidad de tomar parte en una ceremonia a causa de la pandemia... se equivocó.

Los recién graduados, con el apoyo incondicional de sus padres y amigos, ponen en práctica numerosas ideas para que el trascendental momento no pase inadvertido, por el contrario, sea un magnífico recuerdo que cobra dimensiones históricas ante el coronavirus.

En ocasiones (o muchas veces) algunas personas esgrimen: ‘esta juventud de hoy no respeta, no es como antes, se han perdido los valores...’

Sin ánimo de comparar épocas, vale afirmar que cada tiempo tiene sus características, los principios, los valores, se aprenden en casa, más que todo con el ejemplo que los padres ‘siembran’. No se vale delegar responsabilidades en la escuela y los maestros.

Los adolescentes y jóvenes, nadie se engañe, son diferentes de los adultos en lo que respecta a la forma de comportarse, la manera de resolover los problemas, la adopción de decisiones...

Al grano, los jóvenes observaron que ante la pandemia se adoptaron un grupo de medidas, entre ellas el distanciamiento social, y las ceremonias de graduación se convirtieron (por necesidad) en humo, en una aspiración que -con dolor- fue preciso, objetivo, suspender, para evitar males mayores.

Tras unos días para asimilar la indicación -como un boxeador al que propinan un golpe que no espera-, los graduados deciden (con absoluta justicia) que la ocasión no puede pasar inadvertida.

Puestos de acuerdo con los padres, algunos idean pasear en una caravana de carros por frente a la escuela donde cursaron estudios, e incluso extender su justificada alegría por el Strip y otras calles de la ‘ciudad de las luces’. 

“Que se enteren todos que nos graduamos”, parecen gritar a voz en cuello desde sus respectivos vehículos, con una alegría que no cabe en el pecho y urge exteriorizar, compartir, hacer a todos partícipes.

El paseo, está claro, tenía una segunda parte, el almuerzo, la cena en familia, pastel por medio, globos, fotos, abrazos, felicitaciones, palabras que emocionan hasta a los más impasibles y ‘estirados’, es una excelente manera de celebrar, ocasión excelente para apuntar: “gracias por tu empeño, por tu esfuerzo, estamos orgullosos de ti y lo que has conseguido”.

Queda un largo camino por delante, algunos graduados optarán por continuar estudios, acudir a la universidad, adentrarse en el mundo de la técnica, de la economía, o comenzar a trabajar, ayudar en casa.

 

Por el momento, llegue a todos la felicitación. Gracias por ‘sin querer, queriendo’ involucrar a tantos en tan oportuna y justificada celebración.

 

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