Editorial: Cuánto se haga por preservar la vida es poco

El próximo lunes 14 se celebra el ‘Día Mundial del río, el agua y la vida’. El objetivo primordial es que cada vez sea mayor el número de personas interesadas -no sólo de palabras-, en cuidar y preservar, en actuar en favor de la vida.

Junto a todo lo que se haya dicho en beneficio de cuidar de los ríos, de ahorrar el agua, en Nevada la situación (provocada por la extensa sequía), adquiere importancia capital, eso de reservar, economizar el vital líquido, no admite demora, menos aún acciones inconscientes e irresponsables.

Conocido también como el ‘Día Mundial de Acción en defensa de los ríos’, la del 14 es la jornada propicia, no debe ser la única, para que miles, millones de personas levanten sus brazos y voces, accionen, protejan los ríos y la vida. Es un tema en el que nadie debe quedar indiferente.

Se trata de un día para poner en práctica lo  aprendido en torno a la conservación, la preservación, y educar más que todo con el ejemplo,  buscar las mejores soluciones para restaurar los ríos, por que éstos incuestionablemente están ligados a la vida.

A la par de los días dedicados a honrar a las madres, a los padres, a las mujeres, los niños, sin dudas el dedicado a los ríos, al agua, a la vida (el 14 de marzo) es de los más relevantes que contempla el calendario, a instancia mundial.

Se trata más que todo de una jornada para unir, fusionar, salirle al paso a las acciones o malas decisiones que amenazan a los ríos, permiten que se dilapide o despilfarre el agua, la energía, y con ello la vida. Es una tarea de todos, ante la que no se puede quedar impasible, como si no pasara nada. Que se depriman los ríos, falte el agua, son afectaciones que inciden en millones de seres humanos.

El día en favor de los ríos se celebra desde 1997, o sea, hace 25 años, un cuarto de siglo, y la propuesta de celebración cobró fuerzas, mayor relevancia, por la difícil situación que afrontan los ríos, que han visto las afectaciones de su caudal, sufren al ver su fuerza reducida a un tímido hilo de agua, con una energía endeble.

No botar basura en las fuentes hídricas, impedir por todos los medios la contaminación de los ríos con los desechos de las fábricas, no talar árboles,  son sólo algunas de las medidas de protección que pueden ponerse en práctica.

Los especialistas consideran que ningún río debe descargar ‘aguas negras’ o jabonosas sin que antes éstas sean filtradas, además esgrimen que se debe mantener la vegetaci#ón original alrededor de ríos para que se regenere, conserve el ecosistema, evitando la erosión y el correr de las aguas.

El bien llamado ‘líquido vital’ es básico, clasifica de hecho como uno de los recursos más preciados para la vida, lo que dicho de otra manera requiere el mayor cuidado, preservación y ahorro.

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