Editorial: Atención... todo cuidado es poco

Vivir en convivencia y armonía exige respeto

Cuando recientemente el gobernador Steve Sisolak elogiaba el comportamiento de los nevadenses, su disciplina ante las exigencias impuestas por el Coronavirus, y subrayaba que el estado entraba en la denominada Fase 1, ni por un segundo apuntaba que se podía bajar la guardia o dar paso a la confianza... todo lo contrario.

Y es que hasta el momento no hay de otra, la fórmula para vencer a esta pandemia que ha vuelto al mundo al revés, pasa por el fortalecimiento del sistema inmunológico y la disciplina dentro y fuera del hogar.

Lamentablemente, pese al esfuerzo y la entrega del personal médico, el estado suma más de 300 personas fallecidas, y en los últimos días los casos reportados superan el medio millar. La situación puede parecer favorable con respecto a semanas anteriores, pero el descuido es imperdonable y puede cobrar un precio en extremo alto.

A muchas personas las agobia el aburrimiento, el estar en casa un día tras otro, por varias semanas, sin embargo es lo mejor para ellas y sus familias, para el vecindario, la comunidad.

Algunos se niegan a aceptarlo, pero en casa hay un montón de cosas con las que motivarse, por hacer, labores que se acumularon porque el trabajo no daba mucho tiempo, hoy es el día ideal.

Fase 1 se traduce, aparte de ser un paso inicial rumbo a la tan necesaria reapertura -por su marcado impacto económico-, en quedarse en casa, salir a lo indispensable, lavarse las manos con frecuencia, usar el cubreboca, guantes, mantener el distanciamiento social...

Para muchos los guantes han sido (o son), una especie de hermano menor, no tan relevantes como el lavado de las manos, o el distanciamiento, pero el dinero, las tarjetas, los productos en las tiendas, los picaportes pueden ser también una vía de contagio, entonces el uso de los guantes adquiere una importancia vital.

¿Cuántas personas hay en la calle sin cubreboca? ¿Cuántas no tienen en cuenta el distanciamiento? Urge comprender que enfrentar con éxito el Coronavirus no es tarea privativa de una persona, de dos, de 100 o de mil, es de todos, y tiene carácter no postergable, o sea, no se puede dejar para mañana lo que es imprescindible hacer hoy.

Vale tener muy en cuenta que el hecho mismo de que comiencen a abrir algunos negocios no quiere decir, por ningún concepto, que el virus desapareció, se esfumó, NOOOOO. Es responsabilidad de todos respetar las indicaciones de las autoridades locales y de salud.

Los negocios tienen que cumplir un grupo de recomendaciones, además de la responsabilidad de proteger a sus empleados y clientes. Siempre hay escépticos, indisciplinados, esos que se resisten y hasta esgrimen lo de la tan cacareada LIBERTAD para querer hacer lo que les da la gana. 

Nadie, entiéndase bien, nadie tiene derecho ni potestad para poner el riesgo la vida de un familiar, de la persona que está al lado o un poco más allá. Lo que se impone sencillamente es respetar. Ser disciplinados, respetuosos, no cuesta absolutamente nada y puede ahorrar muchísimo. 

 

Es preciso, urge cerrar filas, que cada uno cumpla de manera cabal su responsabilidad, y contribuir a que las cifras de contagiados, de fallecidos, no aumenten. Esa resulta hoy la prioridad, no lo dude.

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