Casi llega el “Día de acción de gracias” o en inglés Thanksgiving, un día al año de alcance nacional, cuando todo mundo entra en un ambiente de concordia y se recuerda que la gratitud tiene mucho valor, pero ademeas tiene un ingrediente casi olvidado: los migrantes.
El Thanksgiving es quizá la principal fecha en la que los estadounidenses, y hasta los recien llegados, le dan toda la importancia y el sentido social de convivencia. Es la celebración de una tradición en la que se recuerda la interacción de los primeros inmigrantes europeos (llegados a las costas del noreste norteamericano en 1621) con los indígenas de estas tierras.
Los peregrinos del barco Mayflower llegado a costas norteamericanas de hecho fueron migrantes. Entraron en contacto con los indígenas quienes no les pidieron visa ni los persiguieron y más bien les ayudaron a sobrevivir.
Esa colaboración de los indígenas y el espíritu de esos primeros inmigrantes condujo a la convivencia, y eventualmente a la cena de Thanksgiving ofrecida por los europeos. Con el paso de los años el gobierno oficializó la tradición y el comercio también la hizo suya para promover las ventas (nada más vea el “viernes negro”).
Tiene mucho sentido la tradición, aunque también puntos de crítica porque esa convivencia posteriormente se convirtió en colonización y luego dominio total de las tierras indígenas. Siguieron llegando migrantes de Europa, con diversos motivos, económicos, culturales, religiosos o huyendo de las guerras y la pobreza del viejo continente. Motivos similares de las oleadas migrantes procedentes de otras regiones del mundo como la asiática y recientemente latinoamericana.
Todo esto se puede leer en los libros de historia y cualquier persona más o menos educada sabe. La nación se ha constituido con migrantes de todo el mundo, con sus habilidades, su trabajo y su espíritu. Cierto que los tiempos cambian, las condiciones también pero en el fondo los motivos y la escencia del migrante es la misma.
Como alguien dijo: “El migrante no hace turismo, huye de una larga desesperanza”. Eso es lo que todo el tiempo mueve a migrantes que salen de sus pueblos y llegan a otras tierras –como Estados Unidos--. El fenómeno social de la migración es muy complejo porque incluso existe dentro de los mismos países, y por mucho ha sido incomprendido. Es necesario entender que ahora se debe aceptar como algo concreto, real; que se trata de seres humanos.
Por eso una reforma migratoria en Estados Unidos hoy tiene tanto sentido y respaldo, desde el presidente y una enorme cantidad de legisladores en el Congreso, hasta todos los sectores del tejido social norteamericano (organizaciones empresariales, numerosas compañías de todo tipo como McDonald’s y Facebook, los agricultores; sindicatos, iglesias, universidades, opinión pública, etcétera). Excepto grupos de personas extremistas o mal informadas.
Sería bueno que este Thanksgiving la reforma migratoria entrara un poquito en las mentes y los corazones de esos estadounidenses que ahora gozan de lo que sus ancestros inmigrantes hicieron. Feliz Día de Acción de Gracias.