Editorial: “El Chapo”, la lotería y el optimismo

Desde el pasado viernes 8 la recaptura de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” acapara cintillos en todo el mundo, salen a relucir detalles: que si se confió y no debió bajar nunca de las montañas, que si él mismo se traicionó, que si la película, la belleza de Kate del Castillo. Es la tercera vez que el conocido narcotraficante es apresado. ¿Será la vencida?

A estas alturas del juego vale preguntarse qué va a cambiar con la captura de “El Chapo”, mejorará la vida del ciudadano común, bajarán los precios de artículos de primera necesidad, y muchos piensan que las prisiones de máxima seguridad no son tan seguras cuando se habla de Don Dinero; sin obviar, por supuesto, a quienes consideran con sobradas razones, que todo va a continuar igual. O, dicen los marcados por el pesimismo, puede que se ponga peor.

En la casa, en el mercado, en la gasolinera, en la parada del bus, en el taller de mecánica, el tema de “El Chapo” es algo sempiterno, constante. ¿Qué va a pasar con la actriz Kate del Castillo? ¿Y con Sean Penn? ¿Se pondrán a la venta camisetas como las del famoso prisionero? ¿Cuándo lo enviarán a los Estados Unidos? ¿Se volverá a escapar?

Por otro lado, el viejo axioma de “quien no juega ni gana ni pierde” tomó renovadas fuerzas en estos días con lo del Powerball, que dicho sea de paso alcanzó la cifra record de mil 500 millones. Una operación matemática precisa que atinarle es -o era- una posibilidad entre 292 millones 200 mil opciones. 

Desde el jueves 14 se sabe quienes fueron los ‘suertudos’; en las largas líneas que se hicieron para comprar el boleto de la lotería muchos se preguntaban de manera reiterada: si gano... qué me compraré, qué voy a hacer, qué país visitaré, dónde me compraré la casa. Y es que el hombre anhela, aspira siempre más para él y su familia. Felicidades a los ganadores. Es bueno que prime siempre el optimismo.

Y una dosis considerable de ese mismo optimismo debe acompañar a la comunidad para encarar también tareas impostergables como la educación de los hijos, la activa participación en numerosos eventos que deben llevarse a efecto en un año de elecciones presidenciales y más.

Demostrar la fuerza, la pujanza, ratificar que la comunidad hispana puede llevar de la mano deberes y derechos, sobre todo con la vista puesta en el presente y el futuro, no admiten espera; no se trata sólo de participar por representar un número, lo importante es participar de manera activa... hablar, preguntar, comparar, defender los criterios, votar, hacer valer el empuje y la razón con un optimismo que no admite espera.

No se puede perder la perspectiva de que el futuro, los anhelos, las aspiraciones, una mejor vida, en gran medida descansan en la educación; cada adolescente o joven que abandone los estudios es una derrota para él, su familia, los maestros y la comunidad.

 

Lo único que nada ni nadie le puede quitar es su formación como persona y los conocimientos, entonces no le de vueltas al asunto, manos a la obra... ¡con optimismo!

 

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