Editorial: Época de reflexión y reconciliación

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La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo es, sin duda, uno de los acontecimientos que generan más sentimientos entre la población cristiana.

Es una magnífica oportunidad para abrir nuestro corazón a la reflexión y la reconciliación con nuestros semejantes; en el trabajo, en la escuela, en el hogar.

Durante la cuaresma, muchas personas hacen ayunos, no comen carne, otros perfilan sus sacrificios hacia otras cosas, como por ejemplo, no ir de antro, no beber en exceso, dedican más tiempo a la familia. Cualquier sacrificio es bueno a los ojos del Señor, siempre y cuando lo hagan con el corazón en la mano, con fe y devoción, con respeto y ánimo.

El pasaje bíblico de la entrada de Jesús a la ciudad de Jerusalén es un llamado reiterativo al análisis de nuestra naturaleza humana; estamos acostumbrados a enaltecer a las personas, como por ejemplo a los boxeadores, a los artistas, a los funcionarios electos por el voto popular. En su entrada al ring, al escenario, aplaudimos y manifestamos nuestro apoyo y simpatía por ellos, sin embargo, si pierden o no satisfacen nuestros gustos, los abucheamos y denostamos su esfuerzo. Del circo romano de la antigüedad, al circo que nos dan las autoridades con el fútbol y las telenovelas no hay mucha diferencia.

Entonces, ¿Dónde quedó la enseñanza de Jesús?, ¿Valió la pena su sacrificio?

En esta semana mayor, tratemos de aprovechar y darnos un tiempo para reflexionar, para hablar interiormente y reconocer nuestras fallas y debilidades. Establezcamos un compromiso para, cada día, ser mejores seres humanos. Nuestra familia verá con agrado el pequeño cambio que se opere en nuestra actitud.

Ante la convulsión que se vive en el mundo, los ataques con misiles a una base aérea de Siria, las matanzas en San Bernardino, las discrepancias de nuestros líderes en el gobierno, tanto local como a nivel nacional, démosle una oportunidad a la paz.

Todos juntos, unidos como una sola entidad podemos lograr que el sacrificio de Jesucristo no haya sido en vano. Depende de cada uno de nosotros establecer los parámetros de un cambio profundo en nuestro proceder, los beneficios serán una vida armoniosa y plena.

El domingo 9, en la iglesia de San Cristóbal, el sacerdote destacó las características de Jesús, basado en la lectura de Isaías y la carta de Pablo a los filipenses: él es el siervo que sufre, manso y callado ante sus captores y perseguidores, es la mismísima imagen del Dios invisible, sin embargo, no se aferró a la igualdad con Dios antes de sufrir su enfrentamiento final en humildad. Es decir, Isaías y Pablo nos ayudan a ver “al cordero de Dios”: antes de oír el relato de su mayor y último enfrentamiento.

Es importante ver a Cristo claramente antes de escuchar el relato de su pasión, porque nosotros -su cuerpo por medio del bautismo- la iglesia, somos su rostro.

Debemos, junto con él, pasar por este tiempo de sufrimiento para que podamos, también junto con él, pasar por el triunfo final.

 

Usted, amable lector, tiene la capacidad y el libre albedrío de elegir, de creer o rechazar las enseñanzas y capacidad de reflexión que nos ofrece la Semana Santa.

 

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