Por Fancisco Corro
Este apodo fue aplicado a ciertos estadounidenses y se originó en la post guerra, después de que Europa quedara totalmente en ruinas a consecuencias de los bombardeos ocasionados por los aviones aliados, lo que ocasionó que, después de la posguerra los americanos visitaban cualquier lugar de Europa, o del mundo y con su poderoso dólar cometían toda clase de tropelías dando lugar a que a esos ignorantes americanos se distinguían por sus visitas, por ejemplo a París, -en donde comían en McDonalds- y por esa y muchas fechorías, se les conociera como “ugly americans”, incluso llegando a filmarse una película estelarizada por el brillante actor Marlon Brando.
Este personaje, con todo y mote desapareció con la llegada a la Casa Blanca de la inolvidable pareja de John y Jacqueline Kennedy, y por supuesto, el resurgimiento de la bella Europa.
Pues bien, la llegada a la política con aspiraciones presidenciales de Donald Trumpo nos hace recordar a tan singular pero despreciable personaje, “el ugly american”.
La lucha por la presidencia de los Estados Unidos de América, entre dos candidatos opuestos en ideas, por un lado Hillary Clinton, ex primera dama en el gobierno de Bill Clinton, uno de los mejores presidentes de la última época, al que se debe entre otras cosas, haber rescatado a México, por su propia iniciativa, de la quiebra, así como haber nivelado el presupuesto de Estados Unidos después de un eterno déficit, dejando un superávit de $300 billones de dólares. Y últimamente, Hillary como Secretaria de Estado en el gobierno del presidente Barack Obama, puesto que desempeñó hábilmente, antes de lanzar su candidatura para ocupar esta vez la presidencia, convirtiéndose en la primera mujer en la historia, en ocupar la Casa Blanca.
Por el otro lado, como candidato del Partido Republicano, se presentó un hombre rudo, llamado Donald Trump, típico “red neck”, como los que hacen el whiskey en las montañas, sin más educación, otra que el dinero heredado de su padre, quien sueña, según sus propias palabras, con atropellar al mundo, enviando a los negros de regreso al África, a los musulmanes, islámicos y chinos al oriente y a los mexicanos a México, construyendo un gran muro, sin saber en el paquete incluye a centroamericanos y sudamericanos por igual, y al gritar retadoramente que “hará a América great again” sin saber que está incluyendo desde Alaska hasta la Patagonia, así que nos preguntamos si en esa grandeza incluirá a Haití y a Honduras, que buena falta les hace, pues obviamente en los cinco años de primaria que cursó, no le enseñaron que un navegante despistado pensó que había llegado a las Indias, de ahí que a los nativos se les mal llame “indios”, como seguramente tampoco sabe que al hacer a “América great again” está incluyendo a países tan jodidos como Haití.
Entonces, pues... que así sea, igualmente que, ya como candidato alguien le hará saber que América, nombre del continente se debe a Américo Vespuccio, quien trazara el mapa del continente que descubriera el despistado de Cristóbal Colón. Sea por Dios. Pero espere, todavía hay más.
TRUMP - HITLER Y MEIN KAMPF - MI LUCHA
“Mi Lucha” se llamó el libro que escribió Adolfo Hitler, y que le diera “tan buenos” dividendos. Por lo menos al principio de la II Guerra Mundial, pues les picó el amor propio a los llamados “arios”, cuando Alemania estaba en ruinas. Para este cometido, le echó la culpa primeramente a los judíos, (los mexicanos de entonces), pero más que todo, al Tratado de Versalles, que no solo le prohibió a Alemania armarse otra vez, sino que le colocó una deuda descomunal que la hundió en décadas por venir. Y así fue como Trump, perdón Hitler, exaltó el amor propio de los arios, blancos y puros y pues, el resultado ya lo sabemos, pero de que Hitler tuvo un éxito inicial, ni quien lo dude, por ejemplo si se hubiera conformado con la anexión de Polonia, Checoslovaquia y Austria, lugar de nacimiento del Fuhrer, invasiones que aceptó vergonzosamente Chamberlain, Primer Ministro de Inglaterra, con tal de conservar la paz y lo demás, pues es historia.
El caso es que en Donald Trump se puede repetir esta historia, pues tenemos a otro Fuhrer en potencia. Solo que esta vez... analfabeto. Y pensar que hubo hispanos que votaron por él. Shame on you.