Por Humberto CASPA
A los movimientos independistas -como el de la Comunidad Autónoma de Cataluña, España- no se les puede entender si no tenemos la capacidad de retroceder en el tiempo, si no consideramos el proceso de globalización.
En 1648, con el tratado de Westfalia se terminó la Guerra de 30 años en Europa. En la firma de este tratado participaron el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico (Fernando III de Habsburgo), la Monarquía Hispánica, los reinos de Francia y Suecia, las Provincias Unidas y sus respectivos aliados entre los príncipes del Sacro Imperio Romano-Germánico.
Una de las consecuencias directas del Tratado de Westfalia tiene que ver con la emergencia de los Estados-nación modernos o lo que conocemos como países.
Asimismo, los grupos étnico-regionales, que eran la base social de las sociedades europeas anteriores a la formación de los Estados-nación, pasaron a la historia y sucumbieron ante el nuevo paradigma nacional. En otras palabras, la base social de los países pasó a ser la nación, la cual también agrupa a los grupos étnicos y regionales.
En el caso de España, los gallegos, andaluces, vascos, etc., hicieron a un lado esos sentimientos localistas étnico-regionales -a la fuerza o en forma voluntaria- y se unieron a un nuevo sentimiento nacional para forjar el Estado-nación de España.
En América Latina sucedió algo similar entre 1810 y 1825, periodo en que los criollos lideraron un movimiento social-político que estableció nuevos países basados en una identidad nacional.
En este sentido, los grupos indígenas aymaras, que antes y durante la colonia vivieron en lo que hoy es Bolivia, Chile y Perú, con el establecimiento de las nuevas repúblicas independientes no dejaron de ser o no perdieron su sentido étnico, encarnaron su nueva nacionalidad boliviana, chilena o peruana.
Estos sentimientos nacionales perduraron por muchos años. Como indicamos anteriormente, en Europa empezó con la firma del Tratado de Westfalia, mientras que en América Latina con la creación de nuevas repúblicas después del proceso independista a inicios del Siglo XIX.
Con el tiempo, esos sentimientos nacionales fueron debilitándose a medida que el Estado-nación no logró cobijar a esas etnicidades regionales dentro de su contexto nacional o simplemente los grupos étnicos regionales, como sucede en este momento en Cataluña, se activaron a consecuencia de la globalización.
