Por Josh LEDERMAN
Cuando las tensiones raciales estallaron a mediados de su primera campaña presidencial, Barack Obama llegó a Filadelfia para condenar el “impasse racial en el que hemos estado estancados durante años”. Con el tiempo, dijo, este tipo de heridas, arraigadas en la dolorosa historia racial de Estados Unidos, pueden sanar.
Seis años más tarde, el estancamiento de repente parece más afianzado que nunca. Mientras Obama aboga por la calma y la comprensión en Missouri, batalla para determinar cuál es el papel que el primer presidente negro del país puede desempeñar para desactivar una crisis que ha puesto al descubierto la profunda sensación de injusticia que sienten los afroamericanos en todo el país.
Mientras Obama intentaba dar con el tono apropiado, parecía estar atrapado entre la necesidad, como presidente y comandante en jefe, de defender el derecho del gobierno a garantizar la ley y el orden, y la inclinación, como un afroamericano, a sentir empatía con aquellos que afirman que el asesinato de un hombre negro desarmado sólo sirve para demostrar cómo la policía trata de modo diferente a los negros.
“En demasiadas comunidades de todo el país, existe un abismo de desconfianza entre los residentes locales y la policía. En demasiadas comunidades, muchos hombres jóvenes de color son dejados atrás y sólo los ven como personas que inspiran temor”, dijo Obama en la Casa Blanca, en sus declaraciones más amplias hasta la fecha sobre la muerte a tiros de Michael Brown, de 18 años de edad, en las afueras de San Luis.
Pero aunque Obama lamentó la aprehensión desproporcionada de jóvenes negros, también señaló que no es exclusivamente culpa de policías recelosos. Los agentes de policía deben ser respetados por el difícil trabajo que realizan, dijo Obama.
“Hay hombres negros jóvenes que cometen delitos”, dijo el presidente. “Podemos discutir sobre por qué sucede esto — a causa de la pobreza en la que nacieron y la falta de oportunidades o del sistema escolar que les falló o lo que quieran —, pero si cometen un crimen, entonces se les tiene que procesar, ya que a cada comunidad le interesa la seguridad pública”.
Es un equilibrio delicado que probablemente no deje a ninguno de los grupos totalmente satisfecho.
Con el objetivo de asegurar a la población que el gobierno federal está plenamente comprometido, Obama anunció que el secretario de Justicia Eric Holder viajaría a Ferguson, Missouri, para reunirse con el FBI y otros funcionarios que adelantan una investigación federal independiente sobre la muerte de Brown.
Obama dijo que también habló con el gobernador de Missouri, Jay Nixon, quien ha desplegado unidades de la Guardia Nacional, y le instó a garantizar que el uso de esas unidades será limitado y constructivo. “Estaré atento los próximos días”, dijo el presidente.
Obama también pidió que Estados Unidos reevalúe la militarización de los departamentos locales de policía que han comprado equipo militar del Pentágono. Los subsidios federales para tales equipos han estado bajo intenso escrutinio en medio de las alarmantes imágenes de vehículos blindados y gases lacrimógenos que llenan las calles de un suburbio estadounidense.
“Hay una gran diferencia entre nuestro ejército y nuestra policía local”, dijo Obama. “No queremos que esas líneas se desdibujen. Eso sería contrario a nuestras tradiciones”.
Sin embargo, a pesar de todas las referencias a esas adquisiciones, la disparidad de las sentencias y las tácticas policiales, Obama ha evitado firmemente personalizar esta reciente oleada de fricción racial.
A diferencia de 2013, cuando Obama declaró que el adolescente asesinado Trayvon Martin “podría haber sido yo”, el presidente ha evitado describir la muerte de Brown a través de la lente de su propia experiencia como afroamericano.
Y a diferencia de 2009, cuando Obama exacerbó las tensiones al afirmar que la policía actuó “estúpidamente” al arrestar a un profesor negro de la Universidad de Harvard en su propia casa, esta vez el mandatario está dejando que los investigadores determinen las culpas. Obama dijo que debe ser cauteloso mientras una investigación federal está en marcha. WASHINGTON (AP)