Quien juzga a los demás es "corrupto" e "hipócrita": Papa

El Papa Francisco advirtió que quienes se creen justos y juzgan a los demás o los desprecian son "corruptos" e "hipócritas", durante su reflexión semanal ante más de 15 mil personas en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

En su mensaje, el Papa evocó las actitudes del fariseo y el publicano, los personajes evangélicos, recordando que el primero "hacía como que rezaba pero sólo para pavonearse frente al espejo" mientras el segundo "se convirtió en un ícono del verdadero creyente" al reconocerse pecador.

Al cuestionarse sobre cuál es la actitud correcta al rezar, sostuvo que "no basta, pues, preguntarnos cuánto rezamos; también debemos preguntarnos cómo rezamos, ¿con "arrogancia o hipocresía?, o, por el contrario, con esa humildad que abre el camino hacia Dios?".

Recordó que, en tiempos de Jesús, el fariseo asistía al templo y rezaba "estando de pie" y "usando muchas palabras", su oración era "un despliegue de los propios méritos, con un sentido de superioridad sobre los demás hombres", incluso "ese publicano".

"Aquel fariseo reza a Dios, pero en realidad se ve a sí mismo. Reza a sí mismo, en lugar de tener ante los ojos al Señor, tiene un espejo. Aunque se encuentre en el Templo, no siente la necesidad de postrarse ante la majestad de Dios; ¡está de pie, se siente seguro, como si fuera él el dueño del templo!", explicó.

"Más que rezar, el fariseo se complace de la propia observancia de los preceptos. Sin embargo, su actitud y sus palabras están muy lejos de la manera en la que Dios habla y actúa, quien ama a todos los hombres y no desprecia a los pecadores", agregó.

Ese personaje -siguió- iba seguro al templo, sin caer en cuenta que había perdido el camino de su corazón.

Abundó que, por el contrario, el publicano -como se le llamaba a los recaudadores de impuestos- se acercó al templo "con ánimo humilde y arrepentido", tanto que no osaba mirar al cielo y le pedía a Dios que tuviese piedad de él, porque se reconocía pecador.

Precisó que ese relato bíblico enseña que uno no es justo o pecador por la propia pertenencia social, sino por la manera en la que uno se relaciona con Dios y con los hermanos.

"Si Dios prefiere la humildad no es para envilecernos: la humildad es más bien la condición necesaria para ser levantados por él, para experimentar la misericordia que viene a colmar nuestros vacíos", aclaró.

"Si la oración del soberbio no llega al corazón de Dios, la humildad del miserable lo abre de par en par. Dios tiene una debilidad: la debilidad por los últimos. Ante un corazón humilde, Dios abre su corazón totalmente", estableció. Ciudad del vaticano (NOTIMEX)

 

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