Por Damian MANN
Nada pudo impedir que Yaremi Mejía se convirtiese en una estelar basquetbolista de la escuela secundaria de South Medford, Oregon.
Ella dominó en la cancha, acumuló puntos, repartió asistencias y recibió elogio tras elogio. En el 2012, Mejía, armadora del equipo, no solo llevó a South Medford al campeonato estatal — primera vez que un equipo del sur de Oregon gana el certamen —, sino que fue además nombrada jugadora del partido.
A medida en que sus talentos atléticos mejoraron y las universidades comenzaron a ofrecer becas, Mejía enfrentó un problema personal que muchos fanáticos del deporte probablemente no entienden.
Ella era campeona, pero estaba ilegalmente en Estados Unidos.
“Yo me sentí muy desalentada por eso”, recuerda la joven de 20 años. “Fue de miedo, pero aquí estoy”.
Mejía le pidió ayuda al Centro de Servicios Legales sin Fines de Lucro en Medford para convertirse en residente legal en Estados Unidos.
Los abogados locales tienen un programa para ayudar a Mejía y otros que no tienen los recursos financieros a lidiar con complejos asuntos legales.
La Campaña de Abogados por Justicia Igualitaria recientemente reconoció al condado Jackson —por segundo año consecutivo— por el gran número de abogados que contribuyen a ayudar a los pobres.
El abogado local Dominic Campanella, copresidente estatal de la Campaña, dijo que además de su trabajo gratuito, 137 abogados en el condado Jackson donaron 26.321 dólares el fondo de defensa legal — el mayor porcentaje de abogados contribuyendo en un condado en Oregon.
En todo el estado se recaudaron 1,25 millones, dijo.
“Es increíble que hayamos podido lograrlo”, dijo.
El dinero financia casos de custodia infantil, inmigración, disputas de alquiler de viviendas y otros asuntos.
Los servicios legales sin fines de lucro han ayudado a 40 jóvenes en el área a presentar solicitudes de residencia legal.
En el caso de Mejía, el grupo proveyó una dirección clara a lo que pudo haber sido un futuro incierto para la joven.
La familia de Mejía salió de México cuando ella tenía 6 años. Vivieron inicialmente en Los Angeles, tras lo cual se mudaron a Medford, donde Mejía fue inscrita en la Escuela Primaria Oak Grove en quinto grado.
Con los años, Mejía estudió en las Escuelas McLoughlin Middle School y South Medford, aunque le preocupaba ser deportada.
En septiembre del 2012, ella trató de abordar un avión para asistir a un torneo de baloncesto en el sur de California. Como no tenía documentos de identificación, no se le permitió volar.
Mejía se despidió llorosa del equipo al que había ayudado a ganar.
“Me sentí humillada, y furiosa”, dijo. “Pero lo que sucedió ese día me hizo débil y fuerte”.
En junio del 2012, el presidente Barack Obama decretó un programa que provee una vía para la legalización de hijos traídos ilegalmente al país por sus padres inmigrantes.
Mejía dice que su incapacidad para abordar el avión le hizo darse cuenta que su futuro estaba limitado si no actuaba. Ella no podría solicitar una beca si no podía demostrar que estaba legalmente en el país.
Tom Cole, director de Kids Unlimited y entrenador de Mejía desde que ella llegó a Medford, la alentó a iniciar el proceso legal.
“Hicimos todo lo posible para apoyar el sueño de Yaremi, pero necesitábamos a los profesionales para superar los obstáculos”, dijo.
Con mucha ayuda legal, Mejía obtuvo su número de Seguridad Social y una licencia de conducción de Oregon unos pocos meses después del trago amargo en el aeropuerto.
Con su situación legalizada, ahora Mejía tiene una beca plena en la Universidad Estatal de Portland, estudiando justicia criminal y sicología. Mejía planea ingresar a la policía.
Josh Medina, abogado de inmigración de Mejía con el Centro de Servicios Legales, dijo que la joven baloncestistas considera el área de Medford su hogar.
“Ella es tan estadounidense como cualquiera”, dijo.
Cuando la familia Mejía llegó a Medford no había muchos programas de apoyo a la comunidad latina, dijo Medina.
Después que Mejía se involucró con Kids Unlimited, empezó a brillar, dice Medina.
Mejía fue una de las primeras solicitantes en el programa de naturalización de hijos de menores inmigrantes.
“Ahora, ella quiere ser un ejemplo para otros”, dijo.
Los padres de Mejía, Pedro Mejía y Julia Hernández, viven y trabajando en Medford. Ella tiene cuatro hermanas y dos hermanos.
Dijo que casi toda la familia tiene estatus legal en el país, y espera la aprobación del estatus legal de un hermano.
“Yo perseveré”, dijo Mejía. “Todo el mundo en mi familia perseveró”. MEDFORD, Oregon, EE.UU. (AP)