Por Todd PITMAN y Jim GÓMEZ
Al día siguiente de que el tifón Haiyan golpeó la costa oriental de las Filipinas, un equipo de 15 médicos y expertos en logística estaba listo para volar hacia la ciudad más golpeada con el fin de ayudar. El martes 12, luego de cinco días del que podría ser el peor desastre en la historia del país, seguía aguardando para partir.
La ayuda ya está llegando a Tacloban: suministros médicos, plataformas llenas de agua y alimentos se apilan en camiones, aviones y transbordadores, enviadas por el gobierno filipino y diversos países del mundo. Pero la magnitud del desastre y los desafíos para hacer llegar la ayuda dan como resultado que pocas personas en esta ciudad, llena de escombros y cadáveres, hayan recibido apoyo.
Un equipo de Médicos Sin Fronteras, junto con suministros para hospitales, llegó a la isla de Cebu el sábado 9 en busca de un vuelo hacia Tacloban, pero para el martes 12 aún no había partido. Un portavoz del grupo dijo que era “difícil decir” cuando podrían salir hacia allá.
“Estamos en contacto con las autoridades, pero el aeropuerto (de Tacloban) es sólo para uso de las fuerzas armadas de las Filipinas”, dijo Lee Pik Kwan en una entrevista telefónica.
Y en la ciudad a donde los médicos desean llegar, miles de víctimas del tifón intentaban escapar. Acamparon en el aeropuerto y corrieron hacia la pista cuando llegaron aviones, rebasando una verja de hierro rota mientras algunos soldados y policías intentaban controlarlos. La mayoría no logró abordar.
“Necesitamos ayuda. No llega nada”, dijo Aristone Balute, una anciana de 81 años que no logró subir a un avión para salir de la ciudad. “No hemos comido”. Balute tenía las ropas empapadas de agua por la lluvia y lloraba.
Un reportero de The Associated Press condujo un automóvil por la ciudad a lo largo de unos siete kilómetros (cuatro millas) el miércoles y vio más de 40 cadáveres. No detectó evidencia de ninguna entrega organizada de alimentos, agua o suministros médicos, a pesar de que gran cantidad de ayuda ha comenzado a llegar al aeropuerto. Algunas personas hacían fila para recibir agua de una manguera, presumiblemente del suministro municipal.
“Hay mucho por hacer. No hemos podido llegar a las comunidades remotas”, dijo Valerie Amos, secretaria general adjunta de Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia de las Naciones Unidas, en declaraciones desde Manila. “Incluso en Tacloban, debido a los escombros y las dificultades con la logística y otras cosas, no hemos podido tener el nivel de suministro que nos gustaría. Vamos a hacer todo lo que podamos para llevar más”.
El portavoz presidencial Edwin Lacierda dijo que los pertrechos de ayuda estaban llegando a la ciudad, y el suministro debería incrementarse en los próximos días ahora que el aeropuerto y un puente que conduce a la isla han sido abiertos.
“No vamos a dejar atrás ni a una sola persona; nadie que esté vivo será dejado atrás”, afirmó. “Ayudaremos sin importar lo difícil que sea, sin importar lo inaccesible”.
Los doctores en Tacloban dijeron estar desesperados por obtener medicinas. A un costado de la torre de control arruinada del aeropuerto, en una pequeña clínica improvisada con cristales rotos, los médicos del ejército y la fuerza aérea dijeron haber atendido alrededor de mil personas por cortadas, golpes, laceraciones y heridas profundas.
“Es abrumador”, dijo Antonio Tamayo, capitán de la fuerza aérea. “Necesitamos más medicinas. No podemos aplicar inyecciones contra el tétanos porque no tenemos ninguna”.
A medida que pasa el tiempo sin que los sobrevivientes tengan acceso a agua limpia, alimentos, albergue y ayuda médica, aumentan las posibilidades de que se produzca una epidemia y la gente fallezca a consecuencia de las heridas sufridas durante la tormenta.
La cifra oficial de fallecidos era de 1.774 a primeras horas del martes 12, aunque las autoridades han dicho que prevén que aumente de manera significativa. Los cálculos son de 10 mil y quizás sean más. Más de 9 millones de personas han sido afectadas en una amplia región del país, y muchas de ellas han quedado sin hogar.
Tacloban, una ciudad de unos 220 mil habitantes en la isla de Leyte, sufrió los embates de los vientos y de mareas tipo tsunami. La mayor parte de la ciudad está en ruinas, un caos de casas, automóviles y árboles destruidos. Y los vecinos hambrientos se han llevado toda la comida y el agua de tiendas, gasolineras y centros comerciales.
La mayoría de los sobrevivientes pasó la noche bajo fuertes lluvias donde podían, en las ruinas de las viviendas destruidas, a cielo abierto a lo largo de carreteras y junto a árboles arrancados de raíz por los vientos. Algunos consiguieron dormir en tiendas de campaña entregadas por el gobierno o grupos de asistencia.
El portaaviones George Washington debe llegar a la zona en unos dos días, informó el Pentágono. Otro barco militar estadounidense de gran calado y su flota de helicópteros, capaz de entregar gran cantidad de agua a diario y de evacuar a los heridos, salvó numerosas vidas después del tsunami de 2004 en Asia. Estados Unidos dijo que entregará 20 millones de dólares en ayuda inmediata.
Otros países como Japón, Gran Bretaña y Australia, han donado decenas de millones de dólares. La ONU informó que ha destinado 25 millones de dólares al pago de materiales para la construcción de refugios de emergencia y artículos del hogar, y para la prestación de servicios médicos de emergencia, agua potable e instalaciones sanitarias.
Las autoridades dijeron que evacuaron a 800 mil personas antes de la llegada del tifón, pero muchos centros de evacuación no soportaron los fuertes vientos y las inundaciones. La Cruz Roja Filipina, responsable por las advertencias y consejos a la población, dijo que la gente no estaba preparada para el aumento del nivel del mar.
“Imagínese, Estados Unidos, un país rico que estaba preparado, tuvo muchos problemas cuando el huracán Katrina, pero aquí pasamos tres veces más”, dijo Gwendolyn Pang, directora ejecutiva del grupo. TACLOBAN, Filipinas (AP)
___
Los periodistas de The Associated Press Oliver Teves y Teresa Cerojano en Manila y Kristen Gelineau en Cebu contribuyeron a este despacho.