Por Roberto PELÁEZ
“El médico me dice que papá está bien, que soy yo quien debe cuidarse”, asegura Ana Lilia Fonticella, refiriéndose a su padre, quien tiene 106 años y llegó recientemente procedente de Cuba.
Nació en el barrio Las Arenas, en la oriental provincia de Las Tunas, allí creció, trabajó muy fuerte en el campo.
“Después me fui a La Habana, capital de la isla, conseguí trabajo en la construcción, también fui estibador, jefe de almacén, me han tocado labores muy exigentes”, advierte.
Platica de Inés Hernández Muñoz y sus ojos adquieren un brillo especial, “ella era también tunera, muy linda, estuvimos casados por 73 años, falleció de 90 abriles”, comenta el longevo señor.
Lilia interviene en la conversación “ahora mismo subimos las escaleras y me dejó atrás, tiene mucha vitalidad, por algo el médico me dice que está muy bien. En su inscripción de nacimiento consta que nació el 30 de enero de 1918, o sea, pronto debe cumplir 107 años.
“Le hicieron análisis médicos y no tiene diabetes, prosigue la hija, no padece de la presión, come a cualquier hora, y sólo duerme ocho horas”, comenta.
Trasciende que en el 2022 estuvo en Las Vegas de visita, “se pasó varios meses con nosotros acá, después, advierte Lilia, regresó a Cuba, pero allá la situación no está nada buena, hicimos gestiones para traerlo y gracias a Dios vino en agosto de este año, aquí es distinto, mejor alimentación, lo cuidamos, estamos atentas a él”, expresa.
Durante la conversación sale a relucir que dejó en La Habana a una novia “se llama Mirian la Rosa, comenta la hija, tiene 70 años, ellos se quieren, sería bueno que estuvieran juntos, pero ya le digo, en Cuba la situación está difícil, compleja, todo lo que tiene que ver con comida está muy caro, y nosotros queremos que él se alimente bien, darle gustos.
“Ahora, continúa, lo traje a ver la presentación del libro de Lérida sobre cocteles cubanos, la hemos pasado muy bien, él está contento, se ha tomado fotos, responde preguntas de la gente que se acerca a saludarlo cuando se entera de la edad que tiene, nos alegra que esté a nuestro lado, lo sacamos a pasear, además es una persona amable, trata a todos con respeto”.
Lesmes se pone de pie para tomarnos una foto, luego en voz baja “gracias”.