Por Marcos ALEMAN y Nick PERRY
La milagrosa odisea de supervivencia protagonizada por un pescador salvadoreño, que dice que estuvo a la deriva en el mar durante 14 meses y medio, se convirtió para su madre y padre en otro milagro pues ambos habían perdido contacto con él desde hace ocho años y pensaban que su hijo había muerto desde hace tiempo.
La emotiva reacción de los padres José Salvador Alvarenga, de 37 años, fue de una inmensa alegría mezclada con lágrimas, lo que también podría ayudar a explicar cómo éste salvadoreño se las ingenió para sobrevivir a mar abierto a borde de un bote descubierto por unos 10.400 kilómetros.
“Ya teníamos ocho años de no saber de él, creíamos que ya estaba muerto, este es un milagro, la gloria es para Dios”, dijo su madre María Julia Alvarenga Samayoa, de 59 años a The Associated Press.
Entre las preguntas que siguen sin respuesta sobre la historia del náufrago están cómo el fornido pescador sobrevivió en una zona donde sólo pocos lo harían, por qué se ha olvidado de muchos detalles básicos de su vida y qué exactamente ocurrió con el adolescente que lo acompañaba y que él dice que murió en medio del oleaje.
Su padre lo describió como un hombre joven, fuerte y robusto, con una devoción hacia el océano que lo llevó a buscarse la vida en el mar pescando desde los 14 años.
Su padre, José Ricardo Orellana, de 65 años, dijo el martes 4 que cuando Alvarenga creció “me dijo, ‘papa yo voy para México, es que la pesca es mejor, quiero algo mejor para vivir’’’.
Sobre la fortaleza de Alvarenga su madre dijo que José Salvador “tenía cuerpo doble, pero era bien portado, con nosotros era muy obediente”.
Los padres también dijeron que su apodo de la infancia era “Cerilo”, que coincide con el nombre de un hombre registrado como desaparecido por funcionarios de la defensa civil mexicana durante una tormenta en noviembre de 2012.
La madre dijo que sus otros hijos ya sabían de la odisea del naufragio y su supervivencia pero “no me querían decir, es que yo padezco de la presión”, dijo.
Mientras las autoridades mexicanas y salvadoreñas coordinaban la repatriación de Alvarenga, que apareció en las remotas Islas Marshall, a miles de kilómetros de distancia del lugar donde se perdió en el mar hace 13 meses, persisten las dudas sobre ciertos detalles de su relato
Especialmente se duda sobre su apariencia física, que para algunos se encuentra en demasiado buen estado para una odisea en la que no tuvo acceso a agua dulce y en la que estuvo bajo el sol durante meses.
Alvarenga dice que sobrevivió comiendo pescado, tortugas y pájaros. Dice que se hidrató gracias al agua de lluvia y a la sangre de las aves que atrapaba.
La Secretaría de Relaciones Exteriores de México informó que el hombre, que dijo ser salvadoreño, le dijo al embajador de México en Filipinas, Julio Camarena, que zarpó cerca de la ciudad costera de Tonalá, en el estado mexicano de Chiapas, lo que significaría que su viaje cubrió una distancia de más de 10.400 kilómetros (6.500 millas), si la deriva hubiese ocurrido en línea recta.
Alvarenga dijo que llegó la semana pasada a las costas del pequeño atolón de Ebon en el Océano Pacífico, antes de ser llevado a la capital, Majuro, el lunes 3.
“Para mí es difícil imaginar a alguien que haya podido sobrevivir durante 13 meses en el mar”, dijo el embajador mexicano, Tom Armbruster, en Majuro. “Pero también es difícil imaginar que alguien llegue a Ebon de la nada. Lo cierto es que este hombre ha pasado por una prueba difícil y ha estado en el mar por algún tiempo”.
Otras autoridades, sin embargo, prefirieron reaccionar con cautela a la narración del hombre, que sólo habla español y cuya travesía tratan de reconstruir.
De ser cierta, su odisea se colocaría entre las grandes historias de supervivencia en el mar.
Armbruster dijo que el hombre de habla pausada se quejó el lunes 3 de dolor de articulaciones y que aunque cojea, puede caminar. Tenía cabellera y barba largas, dijo el embajador, y que más que un hombre que haya sufrido hambruna, parecía hinchado en algunas partes, como en los tobillos. Por lo demás, agregó, Alvarenga parecía en buen estado de salud.
Armbruster, quien habla español, dijo que el sobreviviente le contó que él es originario de El Salvador, pero que ha vivido en México desde hace 15 años y que pescaba para un hombre al que conoce como Willie, cazando tiburones por 25 pesos mexicanos (1,90 dólares) por libra (450 gramos).
Dijo que el 21 de diciembre de 2012, Alvarenga zarpó en su lancha de fibra de vidrio de siete metros (23 pies) de eslora para un día de pesca, acompañado de un adolescente al que sólo conocía como Ezequiel.
Agregó que una tormenta los alejó de la costa y los dejó a la deriva. “Habló de que atrapó algunos peces que nadaban junto a la lancha y que se los comió crudos”, dijo Armbruster. “También dijo que comía pájaros y que bebió su sangre (de las aves)”.
Un mes después, Ezequiel murió, dijo el superviviente a las autoridades.
En un comunicado, la cancillería mexicana dijo que estableció contacto con el gobierno salvadoreño “con la finalidad de informar acerca de la situación de su compatriota y determinar la forma en la que México pueda colaborar con las autoridades salvadoreñas para que se brinde el resto de la asistencia y protección consular que corresponde”.
Dijo que lo hizo a petición de las autoridades de las Islas Marshall y dada la cercanía y amistad con El Salvador.
Alvarenga también dijo que había comido tortugas. Dijo que una vez que estuvo cerca de Ebon, nadó a tierra.
En Costa Azul, un poblado pesquero cerca del pueblo de Tonalá, Villermino Rodríguez Solís, quien asume que su hijo podría ser “Willie”, quien fue mencionado por Alvarenga, dijo que el salvadoreño y su acompañante desaparecieron el 18 de noviembre de 2012, lo que implicaría que la odisea duró 14 meses y medio.
“Aquí los compañeros iban, pues, en lanchas a buscarlos, cuatro días buscándolos”, relató Villermino, quien estaba sorprendido de que Alvarenga estuviese vivo.
Los habitantes de Costa Azul no sabían el verdadero nombre de Alvarenga, quien hace años llegó al poblado para trabajar, pero se alternaba entre campos de pesca a lo largo de la costa, y solo lo conocen por el apodo de “La Chancha”, usado para describir a personas corpulentas.
Lo que está claro que era un pescador experimentado.
El embajador mexicano agregó que el hombre dijo no tener familia en México pero sí tres hermanos en Estados Unidos, aunque no pudo proporcionar de inmediato sus datos de contacto.
El secretario interino de asuntos exteriores de las Islas Marshall, Gee Bing, dijo ser algo escéptico respecto a lo dicho por Alvarenga tras reunirse con él el lunes 3.
“Suena como un relato increíble y no estoy seguro de creerle”, dijo Bing. “Cuando lo vimos, no estaba realmente delgado como ha pasado con otros sobrevivientes. Tengo algunas dudas. Una vez que nos comuniquemos con el lugar de donde viene, podremos tener más información”.
Bing dijo que el hombre no portaba identificación y que otros detalles de su narración están incompletos. Camarena dijo que Alvarenga dijo que él nació en Garita Palmera, en el departamento salvadoreño de Ahuachapán.
Los signos vitales del sobreviviente lucían bien, excepto su presión arterial, que era un poco baja, dijo Bing. Una vez que los médicos le den el alta, añadió Bing, los funcionarios esperan repatriarlo a México o el país que crean sea el adecuado.
Erik van Sebille, un oceanógrafo de la Universidad de Nueva Gales del Sur y quien reside en Sidney, dijo que es muy probable que una embarcación a la deriva pueda ser llevada por las corrientes desde la costa oeste de México a las Islas Marshall.
Dijo que tal viaje tardaría entre 18 meses y dos años, dependiendo de los vientos y las corrientes, pero que es posible un recorrido de 13 meses. GARITA PALMERA, El Salvador (AP)