Por Jorge CISNEROS y Michael WEISSENSTEIN
José Emilio Pacheco, un escritor mexicano que recorrió los caminos de la poesía, el ensayo, la crítica, la narrativa y el periodismo, y ganó los más importantes reconocimientos literarios en lengua española, murió el domingo 26 a los 74 años, informó su hija Laura Emilia Pacheco.
Ganador de los premios Cervantes (2010), Reina Sofía (2009), Iberoamericano de Letras José Donoso de la Universidad de Chile (2001) y Octavio Paz (2003), era reconocido por sus narraciones breves que describen cómo México se convirtió de un país rural a uno urbano y cómo el paso del tiempo modifica el entorno y los personajes.
Reconocido por la crítica como uno de los poetas hispanoamericanos más importantes, erudito de la obra de Cervantes, su influencia rebasaba los círculos académicos al grado que una de las canciones de la banda de rock Café Tacuba tuvo uno de sus mayores éxitos con “Las batallas”, basada en su libro “Las batallas en el desierto”.
La narración cuenta la obsesión de un joven con la madre de uno de sus compañeros de escuela en el marco del México de los años 50 que comienza a convertirse en un país industrializado.
“No tienen idea de la cantidad de gente que ha leído el libro (“Las batallas en el desierto”) gracias a la canción de Café Tacuba. Un escritor peruano muy bueno, Santiago Roncagliolo, me dijo que lo había leído por la canción y me preguntó si había ganado mucho dinero por ella, pero no he ganado un centavo”.
Cada año, puntualmente, el escritor daba una serie de conferencias en el Colegio Nacional en las que hablaba de los temas que le importaban: la destrucción del pasado, los cambios de la ciudad en que vivió.
Pacheco ingresó el sábado 25 al Instituto Nacional de Nutrición en la Ciudad de México debido a un desvanecimiento y no recuperó el conocimiento, señaló su hija. “El viernes 24 en la noche terminó un Inventario (la columna semanal que escribía) para el poeta Juan Gelman, recién fallecido. Hizo lo que hacía todas las noches, se acostaba a dormir y ya no despertó”, dijo.
No se informó sobre la causa del fallecimiento.
“Lamentamos el fallecimiento de José Emilio Pacheco. Nuestro pésame a sus familiares y amigos”, escribió en Twitter el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México (CONACULTA).
“Ha fallecido un gran representante de nuestra literatura”, lamentó por su parte el presidente Enrique Peña Nieto en un mensaje de la misma red social.
Para el escritor y periodista Héctor de Mauleón, subdirector de la revista Nexos, Pacheco “es el escritor más versátil que ha habido desde Paz, un hombre de letras en toda la extensión de la palabra”.
Agregó que “Las batallas en el desierto” es una novela perfecta, “Morirás lejos” es una experimentación afortunada propia de los años 70, su periodismo es un modelo de cómo abordar el hecho cultural.
“Esa vastedad regala tantas cosas a pesar de libros tan pequeños que es imposible quedarse con uno sólo. Todos los libros tienen elementos propios de un gran escritor”, agregó.
En un país donde son frecuentes las polémicas entre intelectuales por motivos ideológicos, Pacheco se mantuvo ajeno las disputas políticas.
“Pacheco, a diferencia de Paz o Monsiváis, no tiene faceta política, no hizo ensayo político, eso lo mantuvo aparte, no estuvo en la trinchera ni fue blanco de los tiradores”, dijo De Mauleón.
En 2010, cuando recibió el premio Cervantes en España, donde comparó el gremio de los escritores con una orden mendicante porque en el circuito comercial del libro son “los únicos que no tienen asignado un pago o ganancias”, recordó que su fascinación por la literatura tuvo que ver con su descubrimiento de “El Quijote de La Mancha”, en 1947.
Nacido en Ciudad de México el 30 de junio de 1939, Pacheco comenzó a publicar desde adolescente. En 1957 aparecieron algunas de sus contribuciones en la revista literaria “Estaciones”, con compañeros de la universidad como Carlos Monsiváis y Sergio Pitol.
Diez años más tarde, antes de publicar cualquiera de sus libros, realizó una reseña sobre el libro “Las peras del olmo” de Octavio Paz, el poeta que en 1990 ganó el premio Nobel de Literatura, y así comenzó una relación personal y literaria que duró hasta la muerte de Paz en 1998.
También fue director del suplemento “La cultura en México”, el más importante escaparate del arte del país en la década de 1960.
Pacheco no sólo incursionó en la creación y la crítica, sino que durante más de 30 años también lo hizo en la columna “Inventario”, publicada en el semanario Proceso, donde hizo recuentos periodísticos de autores, obras y épocas de la literatura en lengua española.
No obstante, su labor no se concentró sólo en la literatura hispana ya que era especialista en la obra de T.S. Eliot, y su traducción de “Four quartets” fue catalogada por Paz como la mejor, en cualquier idioma, de ese poema, pero también tradujo obras de Tennessee Williams y Samuel Beckett.
Fue profesor en universidades de Inglaterra y Estados Unidos, en especial, la de Maryland, donde fue profesor emérito del Departamento de Español y Portugués.
José Antonio Pascual Rodríguez, integrante del jurado del Premio Cervantes y representante de la Real Academia Española, dijo que Pacheco era “un poeta excepcional de la vida cotidiana, con una profundidad y una libertad en sus pensamientos, una capacidad de crear un mundo propio, un distanciamiento irónico de la realidad cuando es necesario y un uso lingüístico como este de la eñe que es impecable”.
De Mauleón recuerda al escritor afable, buen conversador, enemigo de la vanidad que en ocasiones rodea al mundo literario.
“Lo que a él le interesaba no era la persona sino la obra, dio pocas entrevistas, casi por error y luego se arrepintió, y le gustaba corregir los libros infinitamente porque para él lo importante era el texto no el autor”.
Su convicción de que más importante que un personaje era la obra, señala De Mauleón, quedaba de manifiesto en su insistente parafraseo de un verso de Luis de Góngora: somos “tierra, humo, polvo, sombra, nada”.
Pacheco recibirá un homenaje en el Colegio Nacional. MÉXICO (AP)