Estados Unidos se ha convertido de la llamada “tierra de la libertad” al “país de los prisiones”, debido a sus severas penas de cárcel y a que es la nación con el mayor número de prisioneros en el mundo, denunció Human Rights Watch (HRW).
En un informe, el organismo defensor de los derechos humanos asentó que para muchos analistas y observadores, las leyes de Estados Unidos “violan los principios básicos de la justicia” al imponer a los sentenciados castigos desproporcionados a la falta cometida.
“La tierra de la libertad se ha convertido en un país de prisiones”, expresó Jamie Fellner, coautor del informe titulado “Tras las rejas: una solución de derechos humanos”, y consejero de HRW en Estados Unidos.
Fellner indicó que demasiados hombres y mujeres purgan penas de cárcel por crímenes menores o que no implicaron violencia, así como por haber entrado o reingresado al país sin documentos.
De acuerdo con el informe, hasta finales de 2012 un total de 2.2 millones de personas se encontraban en prisiones para adultos en Estados Unidos, lo que también significa que este es el país con el mayor número de reos en términos absolutos.
“¿Cómo es que un país comprometido con la libertad envía a narcotraficantes menores a morir en prisión por vender pequeñas cantidad de drogas ilegales a personas adultas?”, cuestionó Fellner.
El informe destacó que de 1979 a 2009, el número de prisioneros en cárceles estatales y federales aumentó casi 430 por ciento, de los que 53.4 por ciento está encarcelado por delitos no violentos.
Asimismo en 2011 más de 95 mil menores de 18 años estaban en prisión para adultos. Además, por cada 100 mil afroamericanos hay tres mil 023 en prisión, en tanto que por cada 100 mil blancos hay apenas 478 presos.
El informe también criticó el enfoque punitivo respecto a la aplicación de leyes migratorias, y destacó que cerca de 30 por ciento de las nuevas admisiones a las prisiones federales son por la entrada o el reingreso indocumentado al país.
El informe señaló que hay un nuevo impulso para reducir las tasas de encarcelamiento, lo que debe ser aprovechado por legisladores federales y estatales para alinear el sistema de sanciones con los principios de derechos humanos y de igual aplicación de la ley para todos.
Para aprovechar tal impulso, HRW recomendó eliminar las penas mínimas con el fin de que los jueces puedan condenar a una persona de acuerdo con su caso particular, así como garantizar que menores y adolescentes sean tratados según su edad y no sean sometidos a penas para adultos.
Sugirió también eliminar sanciones criminales por la posesión de drogas para uso personal, y asegurar que ninguna ley o su aplicación sea imparcial contra una minoría racial, étnica o religiosa, como sucede en el caso de la imposición de penas por drogas contra afroamericanos.
“El castigo prudente y justo es no sólo un principio básico de los derechos humanos, sino un principio esencial de la justicia estadunidense que ha sido olvidado por mucho tiempo”, enfatizó Fellner. Nueva York (NOTIMEX)