Las salidas en falso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en su reunión con su par de Rusia, Vladimir Putin, en su gira europea pueden pasarle factura, advirtió el editorial del influyente diario El Tiempo.
“En un verdadero sainete se convirtió el asunto de la interferencia rusa en las presidenciales de 2016 en Estados Unidos, que le dieron el triunfo a Donald Trump”, comentó el editorial.
Recordó que en la cumbre del lunes 16 en Helsinki, Finlandia, Trump dijo “que le creía más a su homólogo Vladimir Putin –a quien tenía al lado– que a sus propias agencias de seguridad, la versión de que Rusia nada tuvo que ver”.
Luego Trump dio un reversazo inédito al asegurar que se había “expresado mal” y en realidad aceptaba la conclusión de su comunidad de inteligencia. Un would en lugar de un wouldn’t.
Algunos congresistas de los dos partidos “llegaron a utilizar calificativos tan fuertes como vergüenza, humillación e, incluso, traición por la actitud condescendiente de Trump hacia el líder de un país rival que, según las pruebas, logró comprometer la seguridad nacional”.
“Ya no caben dudas de que hubo interferencia rusa. Pero la nuez del asunto es si ocurrió con la colusión del comité de campaña de Trump. Y para averiguarlo el Departamento de Justicia encargó la pesquisa a un fiscal especial, Robert Mueller, quien ha sufrido el desprecio, el desprestigio y la descalificación constante de un Trump que debe pensar que su triunfo pierde brillo por la mano rusa”, apuntó.
Trump “al darle más credibilidad a su homólogo que a sus servicios de inteligencia, generó una tormenta política de incalculables consecuencias”.
Pero estos no fueron los únicos “desatinos de Trump en la gira que lo llevó a Bélgica, Reino Unido y Finlandia. Para los estadunidenses no será fácil superar el bochorno, y el control de daños que ayer intentó Trump no parece suficiente”.
En Bruselas trazó las líneas de “un nuevo orden al despacharse contra sus aliados por el porcentaje del PIB que invierten en defensa y debilitar la alianza que ha forjado la seguridad mundial desde el fin de la Segunda Guerra”.
En Londres “regañó a la premier Theresa May por la forma como ha conducido el brexit, para luego retractarse y regarse en elogios; en su visita a la reina Isabel lo compararon con un elefante en una cristalería, pues fue evidente su mínimo respeto por la etiqueta y el protocolo. Y con Putin se mostró débil y dubitativo”.
“Cuesta entender –y, de paso, alimenta todo tipo de especulaciones– la dureza del trato hacia sus aliados en comparación con las muselinas que le dispensa al Kremlin”, subrayó el editorial.
Y si en el ambiente existía “la sensación de que muchos de sus exabruptos estaban cuidadosamente planeados para complacer a sus bases con miras a las legislativas de noviembre, el consenso entre los analistas es que esta vez se le fueron las luces y todo podría jugar en su contra y de los republicanos, que ven cómo queda sumamente comprometida su supremacía en las dos cámaras”. Bogotá (NOTIMEX)