Por Joe McDONALD
El personaje protagónico detrás de la mayor adquisición de una compañía estadounidense por parte de China es un empresario frigorífico de 71 años de edad que construyó su emporio gracias a la voraz demanda por carne de cerdo en su país.
La adquisición de Smithfield Foods por 4.700 millones de dólares fue obra de Wan Long, presidente de Shuanghui International. La medida fue otro paso grande en el avance de los empresarios chinos que están huyendo de las sombras de la economía estatal y saliendo a la conquista de compañías extranjeras, destacándose como actores protagónicos en el comercio mundial.
El gobierno del presidente Xi Jinping, ante la presión para mantener la economía pujante, ha prometido darle un mayor papel a los empresarios que generan la riqueza y los empleos de China, y reducirles la carga regulatoria. Aun así, no queda claro cuán lejos irá el Partido Comunista para aflojar el férreo control que tiene la industria estatal sobre la vida económica del país.
"Si a estos empresarios chinos, que son sumamente capaces, se les permite hacer negocios como mejor deseen, veremos muchos más acuerdos como este", opinó Charles Maynard, director del grupo Business Development Asia, que asesora a compañías sobre adquisiciones empresariales.
"A pesar de los múltiples obstáculos, son muy capaces de pensar con estrategia global y seguir esa estrategia", añadió.
Otro inversionista privado, Fosun International, compró una participación en Club Med el año pasado y anunció que se unirá a la aseguradora AXA para adquirir el resto de esa compañía de viajes francesa. El año pasado, una empresa privada registró el récord de la mayor adquisición de una empresa estadounidense por parte de una empresa china, cuando Wanda Group compró la cadena de cines AMC por 2.600 millones de dólares.
La estrategia para adquirir otras compañías por parte de empresas chinas es distinta a la de las occidentales.
Las chinas están rebosantes de dinero pero carecen de experiencia, por lo que están a la caza de marcas conocidas, que tengan la tecnología y las destrezas para agilizar su desarrollo.
A diferencia de las empresas occidentales, que suelen despedir personal, las empresas chinas se aferran a sus trabajadores y contratan más. La fuerza laboral de la automotriz sueca Volvo aumentó luego que fue adquirida por la fabricante china Geely Holding Group, en 2010.
"Smithfield nos pareció una empresa particularmente atractiva debido a su fuerte equipo gerencial, sus marcas reconocidas y su modelo vertical integrado", dijo Wan en el comunicado que anunció la adquisición.
La compra fue aprobada por la junta directiva de Smithfield pero aún requiere del visto bueno de los accionistas y de las autoridades financieras estadounidenses.
Debido a lo controversial del tema de las adquisiciones chinas en momentos en que Estados Unidos ha denunciado las políticas comerciales de China y presuntos ataques cibernéticos, las empresas aseveraron que el acuerdo será sometido a revisión por funcionarios de seguridad nacional de Estados Unidos.
La adquisición de una importante empresa alimenticia por parte de una empresa china "es un poco preocupante", expresó el senador estadounidense Chuck Grassley.
Añadió en un comunicado que las autoridades deberían averiguar qué papel desempeña el gobierno de Beijing en Shuanghui, y si el acuerdo afecta la seguridad nacional.
Otros, sin embargo, advierten que el acuerdo no debe ser vinculado a las tensiones entre China y Estados Unidos.
"Simplemente no es el tipo de acuerdo que molestaría ni debería molestar al gobierno estadounidense", opinó James Zimmerman, abogado de la firma Sheppard Mullen establecido en Beijing, y ex presidente de la Cámara de Comercio China-Estados Unidos.
"El gobierno estadounidense haría más daño que bien si usa este acuerdo para presionar a China a actuar en temas no relacionados", declaró Zimmerman. "La promoción del libre comercio y de las inversiones sólo se logrará dando el ejemplo", añadió en un correo electrónico.
A pesar de que están impulsando el crecimiento económico, empresas como Shuanghui siguen siendo corporaciones de segunda clase comparadas con las estatales, que gozan de beneficios ya que son monopolios y tienen mejor acceso a préstamos bancarios, terrenos y combustibles.
El Banco Mundial y otras instituciones financieras han advertido que ese modelo tendrá que reformarse para mantener robusta la economía de China, además han sugerido que más industrias se abran al capital privado e incluso a inversionistas extranjeros.
Un comunicado emitido por la agencia de planificación el 24 de mayo prometió ese tipo de cambios. Pero básicamente se ocupó de repetir promesas previas, que seguramente se toparán con la firme oposición de facciones partidistas que dependen de las industrias estatales para su financiamiento y mano de obra y para compensar a sus partidarios.
La expansión de las empresas chinas en el extranjero surge en momentos en que está disminuyendo el vertiginoso crecimiento económico del país.
El letargo de la economía china es en buena medida intencional, ya que los dirigentes chinos están tratando de estimular un crecimiento más sustentable basado en el consumo nacional, en vez de las exportaciones e inversiones. No obstante, el gasto de los consumidores está creciendo lentamente y eso ha llevado a Beijing a aumentar el gasto en obras públicas para superar su peor caída económica desde la crisis de 2008. A través de la construcción de trenes subterráneos y otros mecanismos de infraestructura se ha inyectado más liquidez en las industrias estatales.
Se estima que la economía de China — la segunda mayor del mundo — crecerá entre 7 y 8% en la próxima década, mucho más que lo que se espera de Estados Unidos y Europa, pero el peor desempeño de China desde los años noventa.
"Ellos saben que su economía podría enfrentar dificultades en el futuro, por lo cual necesitan usar su capital para diversificarse alrededor del mundo", opinó Jim McGregor, consultor sobre asuntos chinos para la empresa APCO.
Las empresas petroleras y mineras siguen llevándose los más jugosos contratos en el exterior, incluyendo inversiones multimillonarias en Australia, África y Latinoamérica. En el 2007, el fondo de capital soberano chino adquirió una participación de 9,9% en Morgan Stanley por 5.600 millones de dólares.
Pero empresas privadas más pequeñas se están expandiendo en una amplia gama de sectores como en tecnología, manufactura, alimentos y bienes raíces.
Bright Foods adquirió el año pasado una participación mayoritaria en Weetabix, fabricante de la papilla Alpen. Hanergy Group, constructora de represas hidroeléctricas, adquirió dos fabricantes de paneles solares: MiaSole en California y la alemana Solibro.
Wan, de Shuanghui, un ex soldado, empezó a cobrar fama en 1985 cuando sus colegas lo eligieron como gerente de un matadero en su pueblo, Luohe en el centro de China.
En esa época se estaban aplicando las primeras reformas económicas del entonces primer ministro, Deng Xiaoping. El partido de gobierno estaba comenzando a permitir el establecimiento de restaurantes privados y otros negocios pequeños.
China, al derogar sus políticas de empleos vitalicios y salarios mínimos obligados, por primera vez le permitía a las empresas pagarle a sus empleados de acuerdo con su productividad.
Según Caixin, la principal revista de negocios de China, Wan transformó radicalmente las operaciones del matadero al introducir una operación de 24 horas, todos los días del año. En su primer año obtuvo ganancias de 5 millones de yuan (aproximadamente 1,7 millones de dólares en esa época).
La empresa creció vertiginosamente al tiempo que se embarcaba en una serie de restructuraciones. En algún momento se dividió en dos, antes de volver a fusionarse. En el 2006, sus gerentes adquirieron la participación que le quedaba al estado, usando fondos de inversionistas como Goldman Sachs y Temasek Holdings Ltd., una empresa de Singapur.
Hoy en día la empresa es administrada mediante la Shuanghui International Holdings Ltd. de Hong Kong, de la que Wan es presidente. La filial en la China continental, Shuanghui Investment and Development Co., dice que se trata de la principal procesadora de carnes de China con ventas anuales superiores a 50 mil millones de yuan (8 mil millones de dólares) y más de 60 mil empleados.
En China se consume más de la mitad de la carne de puerco a nivel mundial. Eso implica que la unión con Shuanghui podría impulsar a la Smithfield al permitir a la empresa norteamericana usar para sus marcas, como Armour y John Morrell, su red de distribución ya desarrollada.
La reputación de Shuanghui recibió un golpe en el 2011 cuando la televisión estatal reveló que su carne de puerco contenía clembuterol, una sustancia química prohibida que hace a la carne más tierna pero puede ser nociva para la salud.
La empresa expresó su pesar por el hecho y prometió implementar medidas correctivas, algo que podría ser impulsado por el personal de Smithfield que se incorporará.
"La carne de puerco en China es como un vegetal, está en todas partes", opinó McGregor. "Es bueno que China mejore sus prácticas". BEIJING (AP)