Embajadora Haley llevó a cabo con éxito alejamiento de EUA ante la ONU

Nikki Haley, quien  renunció como representante permanente de Estados Unidos ante la ONU, operó con excelencia las políticas del presidente Donald Trump para alejar a su país del sistema de Naciones Unidas y condicionar el presupuesto a propósitos políticos.

Tras ser nombrada representante de Estados Unidos ante la ONU, pese a sus críticas a Trump como candidato republicano, Haley se tornó en una audaz comunicadora de las políticas impulsadas por el presidente.

En su primera intervención ante la prensa y en sintonía con la retórica presidencial, Haley amagó al resto de la comunidad internacional, al advertir que “anotaría los nombres” de los países que no apoyaran las decisiones de Estados Unidos en el marco de la diplomacia internacional.

Antes de cumplir su primer año al frente de la Misión de Estados Unidos, Haley anunció una reducción de 285 millones de dólares del presupuesto de la ONU para el ciclo 2018-2019 comparado con los recursos del periodo anterior.

Haciendo eco de la retórica del presidente, de que numerosos países se aprovechan de Estados Unidos, Haley señaló que “ya no permitiremos que se aprovechen de la generosidad del pueblo estadunidense”.

Haley, gobernadora seis años del estado de Carolina del Sur, también justificó y respaldó el retiro de Estados Unidos del Pacto de París sobre el cambio climático, así como del Consejo de la ONU para los Derechos Humanos, por la oposición de grupos de la sociedad civil a reformas impulsadas por Estados Unidos.

Aministía Internacional destacó que la carta de Haley “expresa una abierta hostilidad hacia las organizaciones de derechos humanos con opiniones diferentes a Estados Unidos”.

El episodio fue revelador del uso selectivo que Haley hiciera del tema de los derechos humanos, al enarbolar su defensa cuando se trataba de rivales de Estados Unidos, como Venezuela, Nicaragua, Irán o Rusia, e ignorándolos cuando eran aliados, como Israel o Arabia Saudita.

Akshaya Kumar, subdirectora de la ONU para Human Rights Watch (HRW), declaró a la revista The Atlantic que Haley estaba “muy dispuesta a acoger la retórica basada en los derechos en temas como Irán, Venezuela y Nicaragua, incluso en Sudán del Sur o el Congo, para luego evitarla” con sus aliados.

Haley también dejó en claro que la asistencia internacional de Estados Unidos sería decidida no con base en principios ni estrategias de largo plazo, sino tomando en cuenta los apoyos de corto plazo a las políticas estadunidenses, como el traslado de la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén.

“No esperamos que aquellos que ayudamos nos ataquen”, declaró Haley tras la decisión de reubicar la embajada estadunidense, al amenazar a los países que votaron a finales de 2017 una resolución de condena a esta decisión, que produjo una escalada de tensión en Oriente Medio.

La mayor hostilidad de Haley hacia otro miembro de la comunidad internacional fue contra Palestina, en especial luego de que los líderes de este país condenaran la reubicación de la embajada debido a que prácticamente aniquilaba la solución de dos Estados para Medio Oriente.

La respuesta de Haley fue recortar por completo el financiamiento a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), una decisión a la que Rex Tillerson, primer secretario de Estado del gobierno Trump, se había opuesto.

De acuerdo con Mark Goldberg, editor del sitio UN Dispatch, el retiro de todo el financiamiento a UNRWA “inflige sufrimiento a los palestinos comunes como una forma de presionar a sus líderes políticos”.

Goldberg añadió: “usar la ayuda humanitaria como influencia política sugiere que a uno realmente no le importa mucho la vida de los palestinos”. Naciones Unidas (NOTIMEX)

 

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