Es una ley muy fácil de violar y mucha gente la viola: la prohibición, por parte de restaurantes, negocios y oficinas, sobre la entrada de mascotas.
Muchos dueños burlan la norma colocándole un chaleco a su perro que dice “Service Dog” (Perro asistencial), y con eso entran a cualquier lugar que les plazca.
Sin embargo, la modalidad está causando controversia, pues le causa contratiempos a la gente que en realidad necesita esos animales, como los discapacitados, los ciegos y los sordos. Han surgido llamados para establecer estándares de identificación.
Aquellas personas con discapacidades denuncian que el uso fraudulento de las mascotas asistenciales les viola su privacidad y son una amenaza para las mascotas asistenciales verdaderas, mientras que los dueños de negocios se quejan de que los animales les podrían ocasionar denuncias de falta de higiene o dañarles sus mercancías.
Según la ley estadounidense, es delito federal el uso fraudulento de una mascota, y muchos estados tienen leyes que prohíben tales engaños. Sin embargo, las cláusulas de las leyes en que se garantiza la privacidad de las personas hacen que sea casi imposible procesar a alguien por esa ofensa. Además es difícil porque para tener un perro asistencial no se requiere de ningún documento oficial. Es muy frecuente que alguien que simplemente quiere entrar a una tienda o restaurante con su mascota compre un chaleco o placa por internet.
Las leyes estipulan que los negocios pueden hacer sólo dos preguntas a quienes entran con sus mascotas: ¿Es ese un perro asistencial? y ¿Para qué lo necesita?
Han surgido intentos de enmendar la ley para que incluya penas o multas, pero no hay acuerdo en cuanto a cómo hacerla cumplir. Hay quienes dicen que hay que olvidarse del derecho a la privacidad, otros prefieren dejar las cosas como están.
Corey Hudson, presidente de la Asociación Internacional de Ayuda para Perros Asistenciales, está encabezando las gestiones para que el Departamento de Justicia de Estados Unidos se involucre en el tema. Hasta ahora no ha recibido respuesta.
Hudson desea iniciar gestiones con el gobierno y hallar maneras de distinguir entre las mascotas y los perros asistenciales.
Pero la Asociación Internacional de Ayuda para Perros Asistenciales en Michigan teme que una injerencia del Departamento de Justicia perjudicará los derechos de los incapacitados, que llevan décadas luchando por ello.
“Aunque deploramos que haya gente tan falta de ética que se hace pasar de persona incapacitada a fin de traer consigo a su mascota, igualmente deploramos el nivel de alarma exagerado que se ha generado sobre el riesgo de ese tipo de abuso”, expresó Joan Froling, presidenta de la organización.
Tiene que haber un parámetro uniforme, opinó Jennifer Arnold, fundadora de la asociación de perros asistenciales “Canine Assistants” en Atlanta. “Lo complicado es quién se encargará de hacer las pruebas y de decidir cuáles son perros asistenciales y cuáles son simplemente mascotas”.
La solución más simple podría ser la repartición de carnés, comentó, añadiendo que no cree que la pérdida de privacidad será tanto problema.
Hay una enorme diferencia entre la manera en que se comportan los perros asistenciales y los que son simples mascotas en un local comercial, coinciden expertos. Un perro asistencial es más discreto, mientras que una mascota ladra, se orina, husmea, se rasca y come lo que encuentra en el suelo.
Los perros asistenciales pueden incluso ser atacados por los otros, aseguró Wallis Brozman, de Santa Rosa. La joven de 27 años de edad sufre de dystonia, una enfermedad muscular que le impide caminar o hablar bien. Para vivir con normalidad, necesita su silla de ruedas, un amplificador de voz y su perro asistencial, Caspin.
“Cuando mi perro es atacado por un perro más agresivo, no sabe lo que hacer y se me queda mirando. Se ha convertido en un tema de seguridad física no sólo para mi perro sino para mí también”, expresó Brozman.
Para los negocios, el uso fraudulento de las mascotas puede ser un problema también. Hace unos meses, Russell Ireland le prohibió la entrada a un perro en su restaurante en Oxford, Massachusetts, luego que el propietario del canino le dio de comer.
James Glasser aseguró que el perro sí era un perro asistencial y pidió boicotear al restaurante. Se mencionó la posibilidad de una demanda. Al final Ireland se disculpó aunque no queda claro si el perro es bienvenido en el local.
Justin Fisher, un cocinero en el restaurante, dice que la reputación del lugar se vio afectada y que apenas se están recuperando del suceso.
Marv Tuttle, un guía voluntario en el Acuario de Monterey Bay, dice que dos o tres veces por semana ve a perros que él sospecha no son realmente asistenciales, pero al mismo tiempo, él ha estado del otro lado de este dilema, pues sufre de un problema de la columna y necesita usar un perro asistencial. Cierta vez, trataron de entrar a una mueblería y una chica en la entrada les impidió entrar con el animal, afirmando que dos semanas antes un perro asistencial falso había entrado y se había orinado en unas alfombras valiosas.
Tuttle es escéptico de que el problema se pueda resolver con leyes.
“Pueden redactar más leyes pero no hay maneras de obligar a la gente a obedecerlas. Si no tenemos suficientes policías para acabar con los asesinatos, no tendremos suficientes para evitar que la gente use perros asistenciales falsos”, comentó Tuttle. LOS ANGELES (AP)