De impacto: crisis de retiro a la vista

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Por PAUL WISEMAN

Una crisis de retiro se cierne sobre los trabajadores de todas las edades.

Los problemas, que comenzaron antes del caos financiero de la gran recesión en 2008, se han agravado significativamente. Durará varios decenios y las consecuencias son de largo alcance.

Muchas personas se verán obligadas a trabajar mucho más allá de la edad tradicional de retiro, los 65 años. El nivel de vida bajará y el índice de pobreza se disparará entre las personas de la tercera edad en países ricos que crearon fuertes servicios sociales para los ancianos después de la Segunda Guerra Mundial. En los países en desarrollo, las mayores expectativas de la población quedarán frustradas si los gobiernos no tienen fondos para crear sistemas de retiro que reemplacen a la tradición de que los hijos cuiden de sus padres cuando sean ancianos.

Y los problemas comienzan a surgir en momentos que los miembros del auge demográfico ocurrido después de la Segunda Guerra Mundial comienzan a retirarse.

“La primera ola de obreros va a darse cuenta que no pueden darse el lujo de retirarse”, dice Norman Dreger, especialista en retiro de la firma de asesoría Mercer, en Francfort, Alemania.

La crisis es una convergencia de tres factores:

— Países que reducen los beneficios de retiro y aumentan la edad para comenzar a disfrutarlos. Estos países están fuertemente endeudados desde la recesión y enfrentan un desastre demográfico porque el hecho de que los retirados vivan más tiempo y el índice de nacimientos se ha reducido significan que habrá menos personas trabajando para mantenerlos.

— Las compañías han eliminado los planes de pensión tradicionales que garantizaban a los empleados un pago mensual al retirarse.

— Los individuos gastaron a mano suelta y no ahorraron antes de la recesión, y además el caos financiero afectó gravemente sus activos.

Estos factores se han documentado individualmente. Lo que se conoce menos es la gravedad y el alcance mundial combinado.

“La mayoría de los países no están listos para hacer frente lo que seguramente será uno de los mayores retos del siglo XXI”, concluye el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.

A Mikio Fukushima, de 52 años y de Tokio, le preocupa que pudiera tener que mudarse a un lugar más barato, quizás a Malasia, después que cumpla 70 años para poder vivir cómodamente de sus inversiones y una pensión pública de sólo 10 mil dólares al año.

Las personas como Fukushima que se preocupan por sus perspectivas de retiro son muy diferentes de los que ya se han retirado. Muchos de esos trabajadores se beneficiaron de generosas pensiones de sus empresas y beneficios del gobierno.

Jean-Pierre Bigand, de 66 años, se retiró el 1 de septiembre, a tiempo para disfrutar de los grandes beneficios del sistema de retiro de Francia, que ahora está en peligro. Bigand vive en el campo, en las afueras de la ciudad de Rouan, en Normandía. Tiene otra casa en Provenza. Acaba de irse de vacaciones a la isla de Oleron, frente a la costa del Atlántico, y planea un viaje de cinco semanas a Guadalupe.

“Los viajes son nuestro mayor gasto”, dice.

La noción de un retiro prolongado y de buena vida es algo relativamente nuevo. Alemania estableció el primer sistema estatal amplio de pensiones en 1889. Estados Unidos creó el Seguro Social en 1935. En los prósperos años después de la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos ampliaron los programas de pensión. Además, las empresas comenzaron a ofrecer pensiones que pagaban a los empleados una cifra fija mensual al retirarse.

La edad promedio al que los hombres podían retirarse con la pensión completa del gobierno bajó de 64,3 años en 1949 a 62,4 años en 1999 en los países relativamente ricos que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

“Fue la edad de oro”, dijo Dreger, el asesor de la firma Mercer.

Pero no duró mucho. Con el comienzo del nuevo milenio, los gobiernos y compañías se pusieron a estudiar las tablas de riesgos y nacimientos y se dieron cuenta que no podían pagar las pensiones que habían prometido.

El hombre promedio en 30 países de la OCDE encuestados vive 19 años después de retirarse, un aumento de 13 años en comparación con 1958, cuando muchos países creaban sus generosos planes de pensión.

La OCDE dice que la edad promedio de retiro debe llegar a 66 o 67 años, de 63 en este momento “para controlar el costo de las pensiones” debido a que las personas viven más tiempo.

Las perspectivas se agravaron cuando el sistema bancario mundial cayó en el caso en 2008 y llevó al mundo a la peor recesión desde los años 1930, que dejó decenas de miles sin trabajo en todo el mundo. Otros comenzaron a ganar menos, lo que dificultó el ahorro. Y como los beneficios del gobierno se basan en los ingresos de toda la vida, ahora serán menos. El Instituto Urban, un grupo de estudios de Washington, calcula que la pérdida de ingresos y aumentos de sueldo reducirá en 4% los ingresos del estadounidense promedio a los 70 años, un promedio de 2.300 dólares al año.

Leslie Lynch, de 52 años y de Glastonbury, Connecticut, tenía 30 mil dólares en su cuenta de retiro 401(k) cuando perdió el año pasado su empleo, que le pagaba 65 mil dólares al año, en una compañía de seguros. Había trabajado allí 28 años. Para mantenerse a flote, echó mano al dinero de su cuenta de retiro.

“Creo que no me podré retirar nunca”, dice.

Muchos de los que enfrentan el apretón del cinturón financiero pueden culparse a sí mismos de la situación. Gastaron a manos llenas, en vez de ahorrar, antes de la gran recesión.

El Instituto Nacional de Seguridad en el Retiro calcula que a los estadounidenses les faltan por lo menos 6,8 billones de dólares de lo que necesitaban haber ahorrado para un retiro cómodo. Para los que tienen entre 55 y 54 años, eso significa 113 mil dólares por núcleo familiar.

Sin embargo, la recuperación del mercado bursátil y el lento aumento en el precio de las viviendas ayuda a los núcleos familiares a recuperar parte de los activos perdidos. En Estados Unidos, el dinero en las cuentas de retiro llegó a un récord de 12,5 billones en los primeros tres meses de 2013.

Pero el Centro de Investigaciones sobre el Retiro del Boston College dice que la recuperación del precio de las viviendas y las acciones deja a la mitad de los núcleos familiares estadounidenses en riesgo de no poder mantener su nivel de vida tras el retiro.

Cuando miran al futuro, los expertos en retiro ven más cambios en las pensiones del gobierno y la necesidad de trabajar más años de lo que muchos esperaban.

Las reducciones a los programas de pensión del gobierno, como el Seguro Social, afectarán a la mayoría de los retirados, pero probablemente más a los más acaudalados.

Los que planean seguir trabajando después de los 65 años pueden consolarse de saber que, en general, dispondrán de más medios que los que se retiraron hace años.

“Mis padres se retiraron durante la edad de oro. (AP)

 

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