Aumenta el cultivo de marihuana gourmet en México

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Por Peter ORSI

Algún tiempo atrás la marihuana mexicana tenía el mejor estándar para los fumadores estadounidenses. Pero en un mundo ahora marcado por la legalización de algunos mercados de marihuana, los consumidores están recurriendo a Estados Unidos y Europa para conseguir una mejor yerba.

En lugar de la famosa Acapulco Gold, los fumadores mexicanos ahora quieren variedades como ‘Liberty Haze’ o ‘Moby Dick’, ya sea importando esta marihuana de boutique de gran potencia producida en Estados Unidos o cultivándola en jardines con técnicas perfeccionadas y traídas del extranjero.

Es un mercado pequeño pero creciente donde la marihuana es completamente ilegal, a diferencia de estados como Colorado y Washington que han legalizado su consumo recreativo, y otros donde está disponible para usos terapéuticos.

Un mensaje de texto llevará a un jíbaro de la Ciudad de México a la casa de un consumidor con un menú de variedades de alta calidad y su pago se hará con una tarjeta de crédito que se deslizará en un lector de un teléfono celular.

Las tiendas hidropónicas tienen el equipo adecuado para aquellos que quieran cultivar potentes variedades de yerba en cultivos caseros altamente sofisticados. Algunos, incluso, han creado una especie de cooperativas de marihuana para dividir los costos de la electricidad e intercambiar entre ellos sus cosechas.

“Yo conozco gente: son arquitectos, son administradores, abogados... que se fueron a Estados Unidos o Europa”, dijo Antoine Robbe, un francés de 35 años propietario de Hydrocultivos, una de las tiendas que vende insumos de cultivo hidropónico.

Dicen “guey, ¿por qué no tengo esto en mi país?”.

Hasta ahora la evidencia de que la marihuana estadounidense de alta potencia venga al sur es sólo anecdótica, pero es suficiente para generar preocupación, de acuerdo a Alejandro Mohar, un médico mexicano, miembro de la Junta de Control Internacional de Narcóticos de la ONU.

En diciembre, un funcionario del Departamento Estadounidense Antidrogas (DEA) dijo a la Radio Pública Nacional de Estados Unidos que los carteles mexicanos estaban contrabandeando marihuana de alta calidad de Estados Unidos para venderles a sus clientes ricos, aunque no había indicios de un comercio masivo al sur de la frontera.

La DEA declinó hacer comentarios a The Associated Press sobre el tema.

En Ciudad de México, varias personas dicen haber visto bolsas usadas para guardar alimentos congelados, repletas de marihuana y etiquetadas como hierba de uso terapéutico, proveniente de Los Ángeles.

En México se permite tener hasta cinco gramos de marihuana para uso personal, pero se prohíbe su venta y cultivo. Históricamente, ha habido poca tolerancia social a sus consumidores, pues los ‘marihuanos’ son estigmatizados como holgazanes y benefactores del mortal narcotráfico.

Los productores mexicanos dicen que el fenómeno del cultivo casero es ajeno a la guerra contra el narcotráfico que ha hecho daño al país. De hecho, cosechar e intercambiar entre ellos, alegan, evita que se apoyen en los jíbaros y los carteles.

“No soy un narco, güey. Solo me gusta fumar”, dijo Daniel, de 32 años que vive en la popular colonia Roma. Habló bajo condición de que no se mencionara su apellido debido a que su operación casera es “súper ilegal”, pese a que es exclusivamente para uso personal.

La ley mexicana castiga con condenas de hasta 25 años de prisión a quien sea declarado culpable de producir, traficar o vender drogas.

Los cultivadores caseros dicen estar formando cooperativas para compartir los costos del equipo de jardinería bajo techo y las elevadas facturas de consumo de energía eléctrica, así como para intercambiar productos.

Muchos han construido sus cultivos con técnicas importadas, en primera instancia, por extranjeros.

El año pasado, Homero Fernández, un promotor de eventos de 29 años, se asoció con cerca de una docena de personas para formar un club de marihuana. Cada uno puso cerca de 200 dólares y les permitió comprar el equipo para el cultivo hidropónico que ahora es cuidado por uno de ellos.

En la actualidad, el club cuenta con entre 50 y 60 plantas que producen suficientes brotes de sativa para satisfacer a los miembros, algunos de ellos ávidos usuarios, que compran unos 28 gramos (una onza) de marihuana de alta calidad por entre 95 y 130 dólares, menos de la mitad de lo que le pagarían a un jíbaro.

El resultado final es una marihuana con entre 15 y 20% de THC, el componente psicoactivo de la yerba, en comparación con el entre 3 y 8% que contiene la “de ladrillo” mexicana de mayor venta aquí y al norte de la frontera. Algunos también producen concentrados con entre 60 y 99,6% de THC, y la más fuerte es demasiado poderosa para ser fumada en pipa o cigarro.

“Sale mucho más barato que pagar una mota normal. ... y la calidad es mucho mayor”, dijo Fernández, que utilizó sus lentes oscuros, incluso en el interior de su casa y vestía una camiseta blanca con las letras “THC”.

“Lo que se produce es exclusivamente para nosotros. No sale más, no se vende por fuera” del club, aseveró.

El mercado para marihuana gourmet sigue siendo minúsculo al lado del multimillonario mercado dominado por los carteles. De acuerdo a estadísticas de la DEA, las incautaciones a lo largo de la frontera el año pasado sumaron más de un millón de kilogramos (2,2 millones de libras) de marihuana.

Las tiendas hidropónicas no venden semillas o hierba y, por ende, están dentro de la ley. Al igual que otros, Daniel consiguió sus semillas por internet con una compañía española, y eligió una variedad de origen británico conocida como ‘Exodus Cheese’.

La preciada carga llegó por correo nueve días después en bolsas similares a las del té en una lata con etiquetas discretas.

A medida de que las semillas crucen las fronteras con más frecuencia, dice Fernández, una mayor aceptación en el extranjero está transformando las actitudes en México.

“En los Estados Unidos con este ‘boom’ de regularización y este ‘boom’ de marihuana legal, aquí llega todo eso y afecta en cuestión de la cultura canábica como tal”, dijo. MÉXICO (AP)

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