La decisión de Trump, anunciada con gran fanfarria en la Rosaleda de la Casa Blanca el jueves, aísla de forma inmediata a Washington en un panorama internacional de preocupación. Demuestra que Estados Unidos está dispuesto a alejarse de la coalición que formó hace apenas 18 meses. Casi 200 países firmaron el pacto forjado durante la presidencia de su predecesor, Barack Obama. Ahora, solo Estados Unidos, Siria y Nicaragua están fuera. La nación centroamericana rechazó participar por considerar que los estándares planteados son insuficientes.
Este es un duro revés para los socios europeos, que pusieron en marcha una agresiva campaña para convencer a Trump de que el liderazgo estadounidense es clave en la lucha contra el cambio climático. Ni la petición directa del Vaticano persuadió al republicano.
El comisario de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, calificó la decisión de Trump de “día triste para la comunidad global”.
Para sus angustiados aliados, el rechazo del pacto de París es especialmente duro tras su primer viaje internacional la semana pasada. Durante un discurso desde el corazón de Europa, Trump reprimió públicamente a sus socios de la OTAN por sus compromisos militares y no respaldó de forma explícita el acuerdo de defensa colectivo que desde hace décadas es la base de la alianza transatlántica. Su sorpresiva postura dejó la clara impresión de que para el nuevo inquilino de la Casa Blanca, las obligaciones del país con sus aliados no son inquebrantables.
Trump hizo poco por calmar esas preocupaciones el jueves. Ofreciendo un retazo de su aparente ansiedad por como se ve su imagen en el escenario internacional, el republicano explicó que los mismos países que prácticamente le rogaron que siguiera en el acuerdo de París, se burlaban de su participación.
“No queremos que otros países se rían más de nosotros, y no lo harán”, declaró Trump. “Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no a los de París”.
Los partidarios de Trump respaldaron su decisión, que cumple tanto su promesa electoral de abandonar el acuerdo climático como su compromiso de poner los intereses estadounidenses por encima de todo. Durante la campaña electoral, acusó a Obama de capitular ante otras naciones no solo en las negociaciones de París, sino también en pactos comerciales internacionales y en el acuerdo nuclear con Irán.
Las acciones de Trump con respecto a sus promesas electorales son dispares: actuó con rapidez para retirarse del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica alcanzado por Obama, pero dijo a otros que seguirá en el pacto nuclear mientras Irán cumpla con sus obligaciones.
Trump no es el primer dirigente estadounidense que da la espalda al acuerdo internacional forjado por un predecesor. George W. Bush provocó un malestar similar entre los aliados europeos cuando decidió no aplicar el Tratado de Kioto sobre cambio climático de 1997, ratificado por 140 naciones. Bush presentó un argumento similar al de Trump, destacando que pondría al país en una situación de desventaja frente a China o India.
El mantra “Estados Unidos primero” de Trump, subrayado por su condena tanto a las guerras de Bush como a la diplomacia de Obama, marca una nueva ola de aislacionismo. En su discurso del jueves no solo dijo que el de París es un mal acuerdo, sino que argumentó que su rechazo es “una reafirmación de la soberanía de Estados Unidos”.
Trump dejó abierta la puerta a adoptar un enfoque similar al recogido en París anunciando que, aunque el país dejará de cumplir con los estándares de ese acuerdo de forma inmediata, su gobierno iniciará negociaciones para alcanzar un mejor pacto. No estuvo claro qué necesitará Washington para iniciar los nuevos contactos ya que este pacto daba a cada país la capacidad de fijar sus propios objetivos para reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
Las naciones europeas que presionaron al líder estadounidense para seguir en el acuerdo actual, no parecían dispuestas a facilitar que el dirigente se atribuya el mérito de cerrar uno mejor. Francia, Alemania e Italia emitieron rápidamente una declaración conjunta señalando que el acuerdo climático de París no puede ser renegociado. WASHINGTON (AP)