“Sí se puede, si votamos”, afirmó el presidente Barack Obama en la gala anual del Instituto de la Bancada Latina del Congreso, al pedir que sigan creyendo en él porque el anuncio de las acciones ejecutivas migratorias, como dice el cantautor cubano Willy Chirino, en una de sus famosas canciones, ‘ya viene llegando’.
Pero los latinos votaron por Obama en 2008 y 2012, y por los demócratas desde hace mucho más, y cuando de inmigración se trata, han tenido que cederle el asiento a un sinnúmero de asuntos que siempre cobran prioridad.
Y tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe. Ahora hay apatía de los votantes latinos en momentos en que los demócratas luchan por mantener el control del Senado en noviembre. No sólo he leído al respecto o me lo han contado. Lo escuché de algunos votantes latinos en una reciente asignación en Denver, Colorado, donde se libra una intensa lucha por uno de los escaños que podría determinar si los demócratas mantienen el control de la Cámara Alta.
Se trata de la cerrada contienda entre el titular demócrata, Mark Udall, y el aspirante republicano, Cory Gardner. Es quizá la lucha electoral que mejor manifiesta la importancia del voto latino en elecciones cerradas. Si los hispanos salen a votar o se quedan en casa el próximo 4 de noviembre, podrían determinar si Udall gana o pierde la elección.
Udall es pro reforma migratoria y acciones ejecutivas. Pero el retraso de esas acciones ejecutivas migratorias, sumado al bloqueo republicano a la reforma migratoria legislativa en la Cámara Baja, han generado desencanto entre los electores hispanos de Colorado, sobre todo aquellos para quienes el alivio migratorio, sea mediante acciones ejecutivas o legislación, determina sus inclinaciones electorales.
El senador Udall es favorecido por los votantes latinos, pero hay muchos electores indecisos y otros apáticos, de tal modo que la combinación de estos dos factores podría ser letal para el demócrata. La mayor parte de los sondeos apunta a una lucha cerrada donde un puñado de votos puede ser determinante. El otro senador demócrata de Colorado, Michael Bennet, nombrado a su cargo en 2009, ganó su elección en 2010 ante el candidato republicano y antiinmigrante, Ken Buck, por apenas 15,000 votos con el apoyo de 81% de los votantes latinos. El voto latino salvó a Bennet.
En su discurso, Obama instó a la movilización de votantes latinos a quienes irónicamente habría desmovilizado con la inacción de las acciones ejecutivas. Claro está, hay otros factores que afectan esta ecuación, entre otros, que los demócratas, durmiendo en sus laureles, no invierten lo suficiente en cortejar a esos electores, y ciclo tras ciclo parecen ignorar que un elector que no vota es, para efectos prácticos, un voto para la oposición.
Los demócratas todavía tienen tiempo de movilizar latinos, particularmente para la elección general del 2016 si, ante la inacción del Congreso, Obama gira medidas administrativas que amparen de la deportación a familiares, amigos y conocidos de muchos votantes latinos, en tanto se concreta la solución permanente que es la reforma legislativa.
Para la elección del mes que viene, no obstante, la movilización de votantes hispanos en lugares como Colorado enfrenta escollos. Como me indicó una joven votante con padrastro y esposo indocumentados: los latinos que saldrán a votar en la contienda Udall-Gardner “son los que temen tener a Cory Gardner en ese escaño”.
¿Saldrán los latinos de Colorado a votar? ¿Salvarán a Udall? Como el Sí se Puede, más que una afirmación, por ahora es una interrogante.
(*) Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice.