La caja de cervezas que lleva Justin Peters termina prácticamente llena al final de cada partido de béisbol. Como vendedor ambulante en el estadio Wrigley Field de Chicago (EE.UU.), Peters lo sabe todo sobre los aficionados y ha constatado que cada vez le piden menos esta bebida.
Tras más de dos décadas combinando ese trabajo con el de periodista, Peters ha sido testigo directo de cómo los gustos han ido mutando en el último cuarto de siglo.
El volumen de ventas de cerveza en Estados Unidos lleva años disminuyendo, especialmente a finales del año pasado, tras una fuerte racha de consumo que desafiaba a la inflación.
Peters lo atribuye a la variedad de opciones alcohólicas que existen hoy en día, a pesar de que la cerveza ha sido y sigue siendo un pilar en la cultura estadounidense.
“Las empresas se enfrentan ahora a una competencia a la que nunca se habían enfrentado, la de los cócteles enlatados y otras opciones desde la legalización de la marihuana recreativa en muchos estados de EE.UU.”, señala a EFE en referencia a las bebidas que contienen esta sustancia.
De hecho, en 2022 los ingresos por bebidas espirituosas, cuya cuota de mercado fue del 42,1 %, superaron por primera vez a los de la cerveza (41,9 %), de acuerdo con datos del Consejo de Alcoholes Destilados de Estados Unidos.
Entre otros motivos, el vendedor ambulante bromea con la posibilidad de que sus dotes comerciales se hayan deteriorado o que los partidos de esta temporada -30 minutos más cortos- hayan aminorado el tiempo para beber de los espectadores.
Lo cierto es que lo que pasa en los estadios es una muestra de lo que ocurre en el mercado de la cerveza estadounidense. Bryan Roth, un analista de Feel Goods Company, que asesora a las empresas del sector, remarca que “son tiempos difíciles para la cerveza”, algo que lleva siendo tendencia desde hace tiempo.
“Hemos estado bebiendo menos cerveza desde hace unos 20 años”, asegura Roth, que lo ha documentado a lo largo de los últimos diez en el boletín sobre bebidas alcohólicas Sightlines+.
El analista apunta que en las estanterías de los establecimientos donde el producto rey era la cerveza se abren camino ahora otras opciones: la corporación Monster Beverage, que produce una de las bebidas energéticas más populares del país, ha empezado este año a vender una versión alcohólica, mientras que Jack Daniel’s, que fabrica whisky, se ha asociado con Coca-Cola para vender cócteles enlatados de una mezcla de ambos productos.
Por otro lado, parece que los clientes buscan más graduación de alcohol. Las llamadas India Pale Ale (IPA) son un tipo de cerveza de más graduación que gusta a los estadounidenses.
Peters asegura que sus compradores en el estadio han pasado de pedirle la típica Miller Lite “de siempre”, con apenas 4,2 % de alcohol, a una Goose Island IPA, que contiene un 5,9 %.
Y cada vez prefieren más graduación... De hecho, por primera vez en la historia de EE.UU. una IPA doble -con un 9 % de alcohol- es la cerveza de este tipo más vendida del país, señala Roth.
Dave Infante, que lleva doce años cubriendo la industria del alcohol en el boletín Fingers, cree que en EE.UU. la gente elige la bebida que consume para reflejar su estado socioeconómico.
“A medida que suben los sueldos y mejora su calidad de vida, generación tras generación, los consumidores están más interesados en beber productos que sean percibidos de mayor calidad”, describe Infante, con lo que la cerveza no queda muy parada porque es más barata que otros productos alcohólicos.
Sin embargo, hay muchas casuísticas que permiten que la cerveza continúe “profundamente arraigada en la cultura estadounidense”. Una de ellas es el sistema implantando después de la ley seca, vigente del 1920 al 1933, y que deja a los estados la prerrogativa para regular el mercado del alcohol.
Como resultado de este sistema, la cerveza está disponible en muchos más lugares que los licores. Una mayor cantidad de tiendas, farmacias y restaurantes pueden vender cerveza. “Si entras en una gasolinera, casi siempre verás cerveza, pero casi nunca verás licor”, explica Infante.
En este sentido, las licencias para vender destilados son limitadas, por lo que la cerveza tiene mucho más acceso al mercado.
“No creo que la cerveza desaparezca nunca debido a su profundo significado cultural, pero creo que es una especie de juego de suma cero, porque el número de bebedores y la cantidad de bebida en el país no está creciendo”, sintetiza Infante.
Es de esperar que la cerveza “se recupere porque las cosas son cíclicas”, apunta el experto, pero la cuestión es qué hacen las empresas cerveceras mientras dan con la fórmula para seducir otra vez a los consumidores: “¿Cuántas de ellas podrás sobrevivir y por cuánto tiempo?”. Washington (EFE)