Opinión: El error de ningunear a Donald Trump

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Hay cosas que, cuando no se hacen a tiempo, pierden su efectividad. Este es el caso de la respuesta del gobierno de Enrique Peña Nieto contra los ataques de Donald Trump.

Peña Nieto se tardó 241 días en dar una respuesta oficial. Sí, 241. Dijo que México no pagaría por el muro de 1,954 millas que quiere construir Trump y que el tono “estridente” del candidato se asemejaba al de Aldofo Hitler y Benito Mussolini.

El problema es que sus tardías declaraciones fueron en español y a medios mexicanos. Peña Nieto, finalmente, salió en defensa de los inmigrantes de México en Estados Unidos que Trump calificó de violadores, criminales y narcotraficantes. Pero ¿qué efecto tuvieron las declaraciones del gobernante mexicano? Ninguno. Dos semanas después Trump sigue diciendo sus barbaridades contra México como si nada hubiera ocurrido. 

Peña Nieto, en septiembre pasado, se había negado a criticar a Trump creyendo (equivocadamente) que no tendría posibilidades de llegar a la Casa Blanca. “No quiero contribuir a hacerle el caldo gordo (a Trump)”, dijo, utilizando una frase muy mexicana. Es decir, que la política de su gobierno iba a ser ningunear a Trump. 

Una de las maneras más comunes de ofender de los mexicanos es el ninguneo. No te responden, te ignoran, hacen como que no existes. Eso lo aprendemos desde pequeños. Bueno, esa misma ley del hielo es la que Peña Nieto trató de aplicar a Trump…con terribles resultados.

La respuesta fue típica. Ante los grandes retos de su presidencia –Ayotzinapa, Tlatlaya, la fuga del Chapo, las acusaciones de corrupción por la Casa Blanca, las 52 mil muertes violentas y ahora los ataques de Trump- Peña Nieto se agacha, se esconde y no responde. El avestruz es la imagen de su presidencia. Pero negar la realidad no puede convertirse en la política exterior de México. 

Ante la falta de liderazgo del gobierno de México, muchos mexicanos reaccionaron con indignación. Fueron nuestros artistas, escritores y periodistas quienes le respondieron a Trump, fuerte y tupido. 

Aquí tengo dos ejemplos dispares. El excanciller, Jorge Castañeda, sacó una campaña en las redes sociales asegurando que los mexicanos “no somos agachados, ni calladitos nos vemos más bonitos; es tiempo de hacerle frente a quien es un desgraciado.”

Y el actor y comediante, Eugenio Derbez –quien acaba de recibir una estrella en el paseo de la fama en Hollywood- tomó una actitud similar. “Yo creo que no hay que quedarse callados”, me dijo en una entrevista desde Los Angeles. “Yo creo que sí hay que abrir la boca; yo creo que sí hay que contestarle (a Trump).” (Aquí está mi entrevista con Derbez https://tc.co/yUKYcbGqK0 ) Derbez y Castañeda son solo dos de los cientos de mexicanos influyentes que le contestaron a Trump mientras la presidencia de México seguía con su fallida estrategia de ninguneo.

Además, los mexicanos nunca estuvimos solos. Horas después de las primeras estupideces que dijo Trump, el actor chileno Christian de la Fuente, la actriz puertorriqueña Roselyn Sánchez y el cantante colombiano J Balvin renunciaron a participar en el concurso Miss USA, propiedad de Trump. Mientras Peña Nieto seguía calladito, artistas de todo el mundo nos dieron maravillosas muestras de solidaridad. 

¿Qué obligó a Peña Nieto a hablar? El asunto reventó cuando los expresidentes mexicanos, Felipe Calderón y Vicente Fox, salieron a denunciar en inglés el “estúpido” y “fucking” muro que Trump quiere que pague México. Así, acorralado, el gobierno de Peña Nieto por fin decidió responder. El primer ataque de Trump a México vino el 6 de junio del 2015 y las declaraciones del presidente contestándole se publicaron hasta el 7 de marzo del 2016. Eso se llama acción retardada.

Trump, hoy, ya está consolidado y sus burlas a México son parte de casi todos sus discursos. “¿Quién va a pagar por el muro?” le pregunta a sus seguidores. “México” le responden entre gritos y risas. 

Desde que Trump anunció su candidatura hemos andado peleados. Busqué una entrevista con él y, en lugar de responderme, publicó en la internet el número de mi celular. Luego me expulsó de una conferencia de prensa. Su actitud, desde un principio, me pareció peligrosa y contagiosa. Siempre lo tomé en serio. 

 

Estábamos, claramente, ante la presencia de un bully. Y a los bullys hay que enfrentarlos rápido y contundentemente. De nada sirve ningunearlos. Pero Peña Nieto ni siquiera se movió. Durante 8 meses y un día no hubo un solo mensaje oficial del presidente que contrarrestara lo que decía Trump. Los resultados de esta fallida estrategia se pueden ver todos los días en la televisión y en las redes sociales.

 

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