Beber y manejar están fuera de juego / La responsabilidad de darle voz a 11 millones

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Beber y manejar están fuera de juego

Un encuentro deportivo, de cualquier nivel, es un momento propicio para pasarla bien en el estadio, la cantina, la casa; que bueno es divertirse, disfrutar de las habilidades de los jugadores, apoyar al equipo de sus simpatías. Ya se sabe que aparejado vienen las ventas considerables de cervezas, pizzas, hot dogs... también las apuestas.

El Súper Bowl clasifica como el evento deportivo más visto en los Estados Unidos; en torno al duelo entre Broncos y Panteras el próximo 7 de febrero en Santa Clara, California, hay muchas expectativas. Sin embargo por ningún concepto debe confundirse el gimnasio con la magnesia.

La discusión del título en la NFL se convierte en una fiesta, se celebra en grande, pero junto a la alegría, la diversión, el compartir en familia, entre amigos, debe estar también la responsabilidad y el sentido común, de ahí el llamado a no ingerir bebidas alcohólicas y conducir.

Quienes acuerden ver el partido en determinada cantina o casa, sabiendo que van a beber, deben antes seleccionar al chofer que los llevará de regreso.

Nadie tiene derecho, por poner a un lado las precauciones, a trastocar la fiesta en accidentes que traen consigo luto, dolor, multas, por capricho y negligencia de conducir bajo los efectos de “unos pocos tragos o unas cervecitas”.

La diversión no está reñida con la responsabilidad, al contrario, deben ir de la mano para que al final, al sacar cuentas, todos contentos y prestos para volver al estudio, el trabajo, y las tareas habituales. Fíjese bien: Tomar la decisión equivocada no es recomendable. Puede ser muy costosa.

 

La responsabilidad de darle voz a 11 millones

Es triste y resulta paradójico que ciudadanos y residentes de los Estados Unidos marchen, organicen eventos en favor de los indocumentados mientras éstos permanecen en calidad de espectadores por distintos motivos.

Ya se sabe que la desidia y la apatía son ‘enfermedades o padecimientos’ contagiosos, sin embargo el que muchos, casi siempre los que deben tener mayor interés prefieran ‘ver los toros desde la barrera’, no puede llevar a quienes pueden votar a bajar la guardia o abstenerse de ejercer su responsabilidad.

No tiene sentido, por ser ciudadano o “tener los problemas resueltos” adoptar una postura de indiferencia o dejar que otros resuelvan el problema, voten por este o aquel candidato mientras se opta por lavarse las manos.

Ser ciudadano trae consigo deberes cívicos, acudir a las urnas, votar, influir en la vida política de este país forman parte del paquete... ser la voz de millones de personas que no pueden votar es un problema de conciencia, de sensibilidad, de justicia. Es algo que sencillamente no puede verse como se contempla la lluvia, por ejemplo.

Que los indocumentados deben también involucrarse en los eventos, marchar, reclamar, exigir, luchar por ganarse la vida y el sustento de manera honrada, declarar los impuestos, es una verdad tan grande como una casa.

 

Un año con elecciones a diferentes instancias, incluida la presidencial, no es momento de detenerse a contemplar los pececitos de colores; el balón está en el bando de los ciudadanos y no deben permitir que les saquen “tarjeta roja” por abstenerse. No se vale.

 

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