Luisa Fernanda MONTERO
Pocos días atrás, el líder demócrata del Senado Harry Reid hizo algunas declaraciones a propósito del Día de Igualdad Salarial para la Mujer Latina. Reid afirmó, en el pleno del Senado, que la realidad de las mujeres trabajadoras en Estados Unidos es inmoral e injusta. Tiene razón.
El Día de la Igualdad Salarial para la Mujer Latina que se celebró el pasado 30 de octubre, es como lo dijo el demócrata, un día para recordar cuántos días más tienen que trabajar las mujeres latinas para ganar el mismo sueldo que sus colegas ganan por hacer el mismo trabajo. El hecho de que las mujeres latinas tengan que trabajar casi un año y 10 meses más para ganar lo que sus colegas varones ganan en un año es inaceptable.
Hay algunos estados en los que la situación empeora, pero a nivel nacional la mujer latina promedio gana 55 centavos por cada dólar que ganan sus colegas hombres. La brecha salarial a la que se enfrentan las mujeres les causa una pérdida de más de 25 mil dólares al año.
El hecho es que estas persistentes diferencias, afectan a las familias hispanas
desproporcionadamente. Más aún si tenemos en cuenta que muchas mujeres latinas son jefas del hogar: el 30 por ciento de las familias hispanas en Estados Unidos son encabezadas por una madre soltera.
Ni en Estados Unidos, ni en ninguna parte, deberían ser aceptadas las brechas salariales. El que persista en un país desarrollado como este es vergonzoso; pero también es un llamado de atención. Debemos persistir en aumentar los niveles educativos de nuestras mujeres, de nuestras jóvenes y de nuestras niñas. Está en nuestras manos romper las cadenas que siguen sometiendo a millones de mujeres. La educación es la respuesta. La que reciben en escuelas y universidades, pero también la que se recibe en casa con el ejemplo. Esa es la más importante.
Y es mucho lo que queda por hacer. De acuerdo con los más recientes datos del Centro de Investigaciones Pew las mujeres hispanas tienen niveles educativos inferiores que sus pares no hispanas. El 36 por ciento de ellas no terminó la educación secundaria y cerca de la mitad -49 por ciento- de todas las inmigrantes tampoco.
El mismo informe revela que las hispanas que trabajan tiempo completo ganan mucho menos que sus congéneres americanas y que en general están más expuestas a vivir en la pobreza.
Todas estas cifras son motivo de reflexión. La educación es el arma con la que podemos evitar que las siguientes generaciones sigan viviendo realidades injustas. Tenemos que educar y elegir líderes que prioricen la educación, así tal vez, pronto tendremos la oportunidad de conmemorar nuestros logros y no nuestras debilidades. (Para la Red Hispana)