Por Leonardo HABERKORN
Eduardo Galeano, el escritor uruguayo que ganó fama mundial con su libro “Las venas abiertas de América Latina”, falleció el lunes 13. Tenía 74 años.
Su muerte, a consecuencia de un cáncer de pulmón, fue confirmada por sus compañeros de trabajo del semanario Brecha y por el gobierno uruguayo, que anunció que sus restos serán velados en el Parlamento nacional.
La enfermedad lo aquejaba hacía meses y fue el motivo por el que estuvo internado en un hospital privado de la capital uruguaya.
Su libro más popular, “Las venas abiertas de América Latina” (1971), es considerado la “biblia” de los movimientos de izquierda en Latinoamérica y moldeó la conciencia de cientos de miles de militantes de más de una generación.
“Galeano nos marcó a todos con ‘Las venas abiertas de América Latina’. Fue la radiografía del saqueo neocolonial que para nosotros se constituyó en una suerte de biblia económico social, y significa que no ha habido muchos cambios de fondo”, Miguel Bonasso, escritor argentino y exguerrillero que conoció estrechamente a Galeano, dijo en declaraciones a radio Mitre.
En la obra, Galeano sostuvo que América Latina no puede prosperar debido al saqueo al que la había sido sometida por los europeos primero, y luego Estados Unidos. Afirma que la pampa chilena del salitre, la selva amazónica del caucho, el nordeste azucarero de Brasil y ciertos pueblos petroleros del Lago de Maracaibo “tienen dolorosas razones para creer en la mortalidad de las fortunas que la naturaleza otorga y el imperialismo usurpa”.
El libro, que se tradujo a 18 idiomas, fue un best seller inmediato que le valió a Galeano fama mundial y múltiples elogios. Pero también críticas. “Cuando divide al mundo en Buenos y Malos incurre en una lectura deficiente de la realidad”, escribió por ejemplo el periodista argentino Homero Alsina Thevenet.
“Las venas abiertas de América Latina” tuvo un relanzamiento en 2009, cuando el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez le regaló un ejemplar a su par de Estados Unidos Barack Obama como una denuncia de injerencia de su país en los asuntos latinoamericanos.
El regalo provocó que el libro, que había sido un éxito mundial durante los años 70 y 80, tuviera otro alto pico de ventas y volviera a colocarse en la lista de los más vendidos de Amazon.com.
Sin embargo, Galeano sorprendió a todos cuando en mayo de 2014 afirmó que no volvería a escribir “Las venas abiertas...” tal como la había escrito en 1971. “No tenía conocimientos de economía ni de política cuando lo escribí”, admitió en un Congreso de escritores en Brasil.
En el mismo foro, Galeano agregó que tampoco leería nuevamente su libro más exitoso. “No sería capaz de leerlo de nuevo. Caería desmayado (...) Para mí, esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima. Mi físico no aguantaría. Sería ingresado al hospital”.
El ministro de Economía y ex vicepresidente de Uruguay Danilo Astori envió sus condolencias a los familiares del escritor fallecido.
“El mundo y Latinoamérica ha perdido a un maestro de la liberación de los pueblos; sus mensajes y textos han estado siempre orientados a defender la soberanía y dignidad de nuestros pueblos”, dijo en un mensaje de condolencias el presidente de Bolivia Evo Morales, quien en febrero visitó al escritor en su domicilio en el barrio montevideano de Malvín.
Galeano, cuyo nombre completo era Eduardo Germán Hughes Galeano, nació en Montevideo el 3 de septiembre de 1940 y fue un referente de la izquierda latinoamericana.
“La única manera para que la historia no se repita es manteniéndola viva”, escribió el periodista, que estuvo exiliado en Argentina y España durante la dictadura militar de derecha que gobernó Uruguay entre 1973 y 1985.
Desde que regresó a Uruguay, tras la reapertura democrática, si no estaba viajando se lo podía ver deambulando por las calles montevideanas o sentado en torno a una de las mesas del “Café Brasilero”, en la Ciudad Vieja, ordenando sus ideas o participando en una conversación con amigos o extraños.
Su vida personal fue discreta, pero su biografía dice que después de dos divorcios se casó con Helena Villagra en 1976 y tuvo tres hijos.
Comenzó su carrera a los 14 años, cuando entró en el mundo del periodismo publicando dibujos que firmaba “Gius”, por la dificultosa pronunciación castellana de su primer apellido. Pero algún tiempo después empezó a publicar artículos, que firmó ya como Galeano.
El incipiente escritor desempeñó todo tipo de oficios: fue mensajero, peón en una fábrica de insecticidas, cobrador, taquígrafo, cajero de banco, diagramador, editor y peregrino por los caminos de América.
Desde un comienzo, junto al periodista creció el escritor.
De la novela corta “Los días siguientes” (1963) a los relatos contenidos en “Vagamundo” (1973) pasaron diez años, pero mantuvo una misma percepción de las cosas que continuó en “La canción de nosotros”, premio Casa de las Américas 1975.
Posteriormente, siempre dentro del análisis del contexto político y social de su tiempo, publicó “Días y noches de amor y de guerra” (1978), que se enmarca en la difícil época de las dictaduras en Argentina y Uruguay.
Luego, con la obra “Memoria del fuego”, una trilogía estructurada sobre la base de vivencias cotidianas, buscó una recuperación del pasado indigenista, pero con el objetivo de encontrar un futuro más justo.
Un año antes de la publicación de “El siglo del viento” y una vez terminada la dictadura uruguaya, en 1985, regresó a Montevideo.
Tres años más tarde editó “El libro de los abrazos”, al que definió como “un libro sobre los vínculos con los demás, los nexos que la memoria ha conservado, vínculos de amor, solidaridad”.
En 1995 dio a conocer “El fútbol a sol y sombra” y “Las aventuras de los dioses” y en 1998 “Patas arriba. La escuela del mundo al revés”.
Recibió otro premio Casa de las Américas en 1978, y el Aloa de los editores daneses en 1993. La trilogía “Memoria del fuego” fue reconocida con el American Book Award (Universidad de Washington) en 1998, y un año después fue el primer escritor galardonado por la Fundación Lannan (Santa Fe, Estados Unidos) con el premio a la libertad cultural. MONTEVIDEO, Uruguay (AP)