Reforma Migratoria: Más vidas que un gato

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No hay que cantar victoria antes de lo recomendado, pero hay que admitir que la reforma migratoria se debate en el Comité Judicial del Senado, la misma ya ha sobrevivido varias muertes, y le quedan varias por delante.

Cuando el llamado Grupo de los Ocho comenzó a negociar el plan bipartidista de reforma migratoria fueron varias las veces que se reportó que las negociaciones estaban a punto de deshacerse, la más reciente cuando se dificultó el acuerdo entre los sectores empresarial y sindical por el plan de trabajadores temporales que contempla la medida.

Antes de eso, cuando se revelaron detalles del plan migratorio que la Casa Blanca tenía listo en caso de que hubiese un tranque legislativo, también muchos escribieron la esquela de la reforma.

Y esos anuncios de muerte los formulan incluso los involucrados en el proceso.

El senador republicano de Florida, Marco Rubio, líder en el proceso que ha culminado en el inicio de la discusión a nivel de comité, no ha sido el mejor porrista esta pasada semana al estar anunciando, en cierto modo, la muerte del proyecto, o al menos de la versión actual, si llegara a la Cámara Baja.

Como todo proceso legislativo en Washington, siempre se cruza el puente antes de llegar al río y aunque el proyecto ni siquiera ha salido del comité Judicial del Senado, ni llegado al pleno de la Cámara Alta, ya se está vaticinando su muerte en la Cámara Baja.

Rubio, claro está, está cumpliendo con el papel que le corresponde de asegurarle a la base republicana más conservadora que el proyecto de reforma migratoria es severo pero que podría ser todavía más duro. En una de sus recientes entrevistas en un medio conservador afirmó que el proyecto que se presentó en el Senado “probablemente no pueda ser aprobado en la Cámara (Baja)... tendría que ser ajustado porque la gente tiene muchas sospechas sobre la voluntad del gobierno de aplicar las leyes, una sospecha legítima, que comparto, y si hay algo que pueda hacerse para que el proyecto sea todavía más duro, eso es exactamente lo que hay que hacer”.

Curioso que Rubio diga eso de un lenguaje legislativo producto de un delicado acuerdo que él bendijo.

En la misma entrevista, empero, Rubio lanzó su advertencia a quienes se oponen totalmente a la reforma: mejor enmendar que matar el proyecto.

“Vamos a tratar de cambiarlo, pero no derrotemos todo (el esfuerzo)...No me parece que esa sea la forma más productiva de abordar el asunto”, declaró Rubio.

También la semana pasada Rubio escribió una columna de opinión invitando a los escépticos a proponer las enmiendas que entiendan son necesarias, incluyendo lo que tiene que ver con la vía de 13 años a la ciudadanía que contempla la medida. “Quienes creen que la vía para los inmigrantes ilegales es demasiado generosa o indulgente, el Congreso tendrá la oportunidad de hacerla más dura, pero realista”, escribió Rubio. ¿Está reabriendo las negociaciones?

Porque la dura oposición vendrá de su Partido Republicano y de ese sector que no quiere “mejorar” el proyecto sino descarrilarlo, comenzando con otro cubanoamericano vía Canadá, Ted Cruz, senador de Texas, quien parece más que dispuesto a llenar el vacío dejado en el Senado por otro opositor de la reforma, el ex senador Jim DeMint, que ahora seguirá dirigiendo esa oposición desde la presidencia de la Fundación Heritage, comenzando esta semana con su torcido estudio sobre los costos de la reforma migratoria. Completa la más dura oposición el cuarteto que integran los senadores republicanos Jeff Sessions, John Cornyn, Chuck Grassley y David Vitter, de Alabama, Texas, Iowa y Louisiana, respectivamente, veteranos de viejas batallas y expertos en descarrilar medidas.

Y tratarán de hacerlo mediante exageraciones y mediante píldoras venenosas en forma de enmiendas que tienen el fin de torpedear la medida. No queda claro si la minoría republicana del panel Judicial soltará sus peores enmiendas a nivel de comité, considerando que el comité es de mayoría demócrata, o si se reservará los fuegos artificiales para el debate en el pleno del Senado, si el panel Judicial aprueba el proyecto.

Lo cierto es que a partir de este jueves 9 de mayo comienza el conteo regresivo de la reforma migratoria que ha tenido más vidas que un gato, y que de no gastar las que le quedan en el proceso legislativo en el Congreso, resultará en una ley histórica, la primera verdadera reforma en casi 30 años, que busca solucionar un problema y no mantener el statu quo por erradas motivaciones políticas.

(*) Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice.

 

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