Epifanías, inmigración y el voto latino

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Por Maribel HASTINGS (*)

Tras el abrumador apoyo del voto latino al presidente Barack Obama y la inequívoca confirmación del papel que jugó el tema migratorio en esos resultados, ha sido entretenido ver la reacción, no sólo de los vapuleados republicanos, sino de los medios de comunicación en inglés que por años han venido ignorando a este sector -y al tema migratorio-.

Tomó una sola noche para que se dieran cuenta de que en el país hay latinos, de que sus asuntos cuentan y de que gradualmente sus números han cambiado el panorama demográfico del país y por ende, el panorama político.

Todos han tenido una epifanía sobre la importancia del voto latino y la necesidad de abordar sus temas de interés y en el proceso, de hacerlo con respeto.

Y eso es así a pesar de que los latinos no han demostrado todo el peso de su poder. Se calcula que 12.2 millones de latinos sufragaron el 6 de noviembre, un alza de 26% con respecto a 2008, pero hay 23.5 millones de latinos elegibles para votar. Su fuerza no ha sido demostrada en su totalidad.

Pero su actuación en las urnas el martes 6 de noviembre ha puesto a correr al liderazgo del Partido Republicano que perdió la Casa Blanca de manera aplastante -hasta 75% de los latinos prefirieron a Obama sobre Mitt Romney-, y vieron cambios en ambas cámaras del Congreso.

Por fin parecen haberse dado cuenta de que ignorar al sector demográfico y electoral de mayor crecimiento en el país, los hispanos, tiene serias consecuencias en las urnas, y que sus posibilidades de volver a la Casa Blanca sólo con el apoyo de votantes anglosajones no es posible.

Una epifanía tuvo el presidente de la Cámara Baja, John Boehner, republicano de Ohio, y ahora dice que “confía” en que la Casa Blanca y el Congreso puedan arribar a una solución migratoria amplia. “Me parece que ya es hora de tener una solución amplia y confío en que el presidente, yo y otros podamos lograr consenso para atender este asunto de una vez y por todas”, dijo Boehner.

Este es el mismo Boehner que cuando su colega republicano en la Cámara Alta, Marco Rubio, senador republicano de Florida, comenzó a circular la idea de un DREAM Act light, que no contemplaba siquiera una ruta a la ciudadanía, dijo que sería sumamente difícil avanzar una medida de este tipo. Rubio, de hecho, propuso la idea como mecanismo de ayudar a Romney a granjearse el voto latino, pero no tuvo apoyo interno y finalmente Obama le aguó la fiesta anunciando el 15 de junio una protección temporal de la deportación a los Soñadores, decisión que fue instrumental en solidificar su apoyo entre los votantes latinos y entusiasmarlos tras no poder concretar la promesa de reforma migratoria que formuló en 2008. En diciembre de 2010 la Cámara Baja aprobó el DREAM Act con el rechazo en bloque de la mayoría republicana liderada por Boehner.

¿Quiere esto decir que Boehner ejercerá verdadero liderazgo y enfrentará a los Lamar Smith y Steve King de la Cámara Baja para lograr consenso bipartidista en inmigración?

En el Senado, de estrecha mayoría demócrata, aún no se ha visto la misma disposición de parte del líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, pero diversos medios reportan que los demócratas han echado mano de los resultados del pasado martes 6 para revivir el tema migratorio. Fue la Cámara Alta la que mató el DREAM Act en 2010 cuando todos los republicanos, incluyendo autores y pasados promotores de la medida, le votaron en contra.

Hasta el senador John McCain, republicano de Arizona, quien le dio la espalda a su propia propuesta bipartidista de reforma migratoria cuando trató, sin éxito, de ganar la presidencia en 2008, dijo en su cuenta de Twitter que “estoy de acuerdo con los llamados a una reforma migratoria amplia”.

Y el senador republicano de Carolina del Sur, Lindsey Graham, quien también se alejó de la reforma migratoria amplia que apoyó en el pasado, ha vuelto a hablar de la necesidad de impulsarla. El tono y la retórica republicana, dijo Graham, levantaron un muro entre la comunidad hispana y los republicanos, “y mi intención es derribar ese muro y aprobar un proyecto de reforma migratoria que sea una solución estadounidense a un problema estadounidense”.

Si la sacudida republicana del martes 6 realmente se traduce en colaboración republicana en el frente migratorio se habrá cumplido lo que el propio Obama y otros emisarios de su campaña dijeron a lo largo de la elección: si el voto latino es sólido y los republicanos pierden, se verán obligados a ir a la mesa de negociaciones en inmigración no tanto por su convicción sino por su supervivencia política. Además, no son únicamente los latinos. Sondeos a boca de urna determinaron que 65% de los estadounidenses apoyan la reforma migratoria.

Columnistas y medios conservadores también han tenido su epifanía con el voto latino. Era impensable escuchar a estas figuras hablar de la necesidad de una reforma migratoria, pero su viraje es importante en tratar de alterar las posturas de sus audiencias en ese frente.

Sean Hannity, de Fox news, afirmó haber “evolucionado en su postura migratoria” y quien denunció el DREAM Act como una pesadilla de amnistía, ahora habla de conceder una “vía a la ciudadanía” para los indocumentados, nada que ver con el concepto de autodeportación que Romney promovió en su campaña.

Epifanía tuvieron incluso periodistas y comentaristas de medios centristas y liberales que por años han ignorado el voto latino y han restado importancia al tema de la inmigración. De un sopetón se dieron cuenta de que hay latinos y que su voto puede definir elecciones.

Si todas estas reacciones se traducirán en acción concreta en el frente migratorio está por verse.

Pero los resultados del martes 6 son apenas el comienzo de una historia que ha venido anunciándose por años: el peso real del voto latino en la política nacional y local. Y debe servir de inspiración para los propios hispanos y los grupos encargados de registrarlos y movilizarlos para votar. Los esfuerzos deben redoblarse porque su potencial es todavía mayor y como evidencian estas reacciones, demostrar ese poder en las urnas es la única forma en que nos tomarán en cuenta.

(*) Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice.

 

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