A veces es como un dolor de muelas. Sí, en la comunidad hispana hay gente que además de ganarse la vida decorosamente dedica tiempo a luchas sociales, como la Reforma Migratoria. A su modo, con pocos recursos pero con ánimo y deseo auténtico de que las cosas avancen organizan movilizaciones públicas. Pero no reciben apoyo ni solidaridad de otros que buscan lo mismo.
Una muestra de lo anterior acaba de suceder el domingo 22 de septiembre, cuando un grupo de personas hizo eco a un llamado nacional para que en todas las ciudades posibles se organizaran marchas y mítines pidiendo la ansiada Reforma Migratoria.
El objetivo es el mismo desde hace muchos años, pero las personas y las organizaciones a veces no coinciden o también discrepan y en ocasiones hasta muestran desunión.
No es la primera (y parece que no será la última) vez que se organiza una caminata o un mitin para expresar públicamente la necesidad de que el gobierno federal arregle el sistema migratorio y con ello la situación de millones de personas. Eso está bien, pero lo que se comenta aquí es que los autores, los organizadores de esas movilizaciones no siempre logran la unidad de otros que persiguen lo mismo.
Llama la atención porque no se trata de un negocio, o una finalidad política que beneficie los bolsillos o la carrera de alguien. ¿O no?
La pasada marcha del 22 de septiembre tuvo participación de unos cientos de personas, pero hubieran sido mejor miles, como la del pasado primero de mayo. Esta ocasión además de grupos civiles varios sindicatos locales apoyaron. Igual lo hicieron organizaciones de mexicanos e hispanos, líderes comunitarios, políticos y personalidades. ¡Muy bien!
Ese no fue el caso de la del 22 de septiembre. No la organizó una personalidad famosa o una organización poderosa. Fueron personas hasta hace poco desconocidas, pero que en la práctica han mostrado valor civil, dedicación y vínculo con los problemas sociales de la comunidad. Eso es lo que se ve en las diferentes acciones que llevan a cabo en los últimos meses.
Cabe mencionar que sí participaron personas que lo hacen siempre, y no se mencionan nombres porque pudiera omitirse a alguien y no es la intención molestar el orgullo de nadie. Se puede leer el reporte en esta misma edición. Ahí se pueden encontrar algunos detalles.
Por comentarios de algunos participantes en esa caminata-mitin del domingo 22, se sabe que no hubo sindicatos ni grandes organizaciones o personalidades respaldando la actividad; no se vio a las agencias y organizaciones que casi siempre están en los eventos políticos y los relacionados con la reforma. Por ejemplo cuando el senador Harry Reid convocó a una reunión sobre la Reforma en la Unión Culinaria. Todos estuvieron ahí.
Habrá varias excusas para decir por qué no se participó el domingo 22. Lo claro es que una vez más se mostró la falta de cohesión entre los hispanos y entre las agrupaciones civiles que se autonombran defensoras de los derechos civiles y de los migrantes. Observar que a veces las marchas son como la fiesta de unos pero no de otros, es como un dolor de muelas, sobre todo para el que la hace e invita públicamente a todos y es despreciado.