Acaba de pasar el “Día Internacional del Migrante” –el 18 de diciembre— y casi nadie dijo nada pero lo que es peor la Reforma Migratoria no pasó (¿qué novedad? Así ha sucedido desde hace años). La comunidad migrante indocumentada es una fuerza de trabajo, de consumo y en su enorme mayoría buena gente. Pero cuando se trata de darle un lugar digno en la sociedad resulta que se le toma como un fantasma, al que se le puede traer en el jaloneo político y aplacarlo con promesas.
La comunidad inmigrante indocumentada es una realidad, en todo el mundo, no solo en los Estados Unidos. Siempre ha sido incomprendida y apenas se empieza a reconocer su existencia en las sociedades. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) por años ha luchado para que los gobiernos reconozcan a los migrantes como personas que también tienen derechos humanos y derechos civiles básicos.
Por eso en el año 2000 su asamblea general en sesión plenaria decidió votar para proclamar el “Día Internacional del Migrante”. Lo hizo sustentada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual dice: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos; toda persona tiene derechos y libertades proclamados en ella, sin distinción de ningún tipo, en particular de raza, color u origen nacional.
¿Pero para qué proclamar un día del migrante?
La ONU creó el “Día Internacional del Migrante” para tomarlo como oportunidad en la que los gobiernos, las organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales difundan información sobre los derechos humanos de los migrantes, para que se conozcan sus circunstancias, para que se intercambien experiencias y se formulen medidas para protegerlos.
El fenómeno de la migración es muy amplio y diverso. Agencias vinculadas a la ONU indican que en los años recientes son más de 230 millones de personas las que migran en busca de mejorar sus vidas en otros países. Por eso la misma ONU acaba de adoptar la declaración de “Reconocimiento a las contribuciones que los inmigrantes hacen al desarrollo” en los países a los que llegan. Por eso también, ya no solo por humanidad, se le debe atender y resolver su probelmática, dice la ONU.
Los gobiernos las comunidades deben afrontar los problemas de la migración irregular, indocumentada, y crear mecanismos para hacer de la migración un flujo ordenado y seguro. Eso implica rechazar y condenar el racismo y la intolerancia.
Qué bueno que la ONU y algunos gobiernos atienden la migración irregular. Aquí en los Estados Unidos el debate al respecto lleva muchos años y, aunque se debe reconocer que hay avances, la situación parece la misma siempre.
Con motivo de su “Día” es bueno recordar que el migrante indocumentado es admirable porque tuvo el valor de dejar todo en su lugar de orígen. En un país extraño se vale por si mismo y, en condiciones adversas muchas veces, también manda ayuda a su gente que dejó en el país que lo expulsó.
La comunidad migrante merece más comprensión y respeto de la que hasta ahora se le da solo en algunos sectores de la sociedad.