Editorial: Los aranceles ¿un mal necesario?

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Una palabra tiene a miles, millones de personas con los pelos de punta... en Estados Unidos, México, Canadá, China, la Unión Europea, o sea no importa la región geográfica. El vocablo es: aranceles.

En su carrera por la presidencia de este país Donald Trump lo había advertido. Tras la juramentación el pasado 20 de enero, puso manos a la obra. México, Canadá, pese a la pausa, no pueden engavetar el denominado Plan B, deben tenerlo a la mano.

Mandatarios de diferentes naciones trabajan a marcha forzada con sus respectivos equipos de asesores en busca de medidas que permitan al menos aliviar lo que dicho de otra forma es una especie de espina clavada en la garganta de muchos.

Los aranceles, no importa el ángulo o el cristal con que se miren, resultan una especie de boomerang, afecta a los productores, el país que factura debe estar preparado para cuando les toque pagar (contramedida), y claro, todo recala en el contribuyente que ve con los ojos como naranjas como los precios suben.

La tensión entre Estados Unidos, México y Canadá, sin reparar en las decisiones que se adopten, es como un pleito entre Mike Tyson y cualquier hijo de vecino. Se da por sentado que todos los involucrados van a perder, pero... ¿quién saldrá más afectado? Con certeza, Estados Unidos no va a ser.

Se da por descontado que los aranceles se aplican a renglones de importancia medular. Por ejemplo, a la rama automotriz mexicana y al crudo canadiense. Casi se puede asegurar que una de cada dos frutas o vegetales que se consumen en Estados Unidos proviene de México.

Muchos en la más reciente contienda electoral, pusieron en una balanza el tema económico, ese que (DICEN) el binomio Biden-Harris no pudo resolver, sin embargo ahora la incertidumbre alcanza a cuánto más, por qué tiempo, se cotizará la gasolina, el limón y otros tantos alimentos, que si bien es cierto pagarán aranceles, los mismos van a repercutir en los bolsillos de millones de personas. La paciencia también tiene un límite.

Ojalá el dinero -que a algún lugar debe ir a parar- se destine a paliar la exhorbitante deuda de los Estados Unidos que alcanza ya una cifra casi inimaginable. Los aranceles, casi a instancia mundialista, presentaban una tendencia a la baja, sobre todo entre naciones con tratados comerciales, ahora viene el alza y la puja. Es de esperarse.

Resta ver la otra parte de esta ‘película’, los aranceles a la Unión Europea y a China. Los países que conforman la Unión (con Alemania al frente, es el más desarrollado) la tienen ‘fea’ en un encontronazo económico con EEUU -sobre todo por los desacuerdos entre ellos mismos-, y con respecto al país asiático, de seguro no se cruzará de brazos, por el momento ya puso aranceles del 15 por ciento al carbón, el gas y el petróleo estadounidense. Le pueden seguir el trigo, la carne de res, productos del agro. Es su primera respuesta a los aranceles del 10 por ciento decretados por el presidente Trump.

De esto, la parte estrecha corresponde a quien usted sabe.

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