El diplomático Jeffrey DeLaurentis, encargado de negocios de la Embajada de EE.UU. en La Habana durante el deshielo de las relaciones bilaterales de la era Obama, sostiene en una entrevista con EFE que la política de acercamiento en lugar del aislamiento de Cuba fue un éxito y sigue siendo válida diez años después.
“A pesar de que esta política fue revertida después de dos años, fue un éxito y resuena incluso hoy, pese a los esfuerzos de la (primera) administración Trump por echarla abajo”, sostiene DeLaurentis, quien cree “totalmente falso” que fracasase.
Pocos conocen tan bien como este exdiplomático estadounidense lo que significó, sobre el terreno, el proceso de acercamiento entre Estados Unidos y Cuba anunciado el 17 de diciembre de 2014 por los entonces presidentes Barack Obama y Raúl Castro, después de meses de negociaciones en secreto con la mediación el Vaticano y Canadá.
En una entrevista exclusiva con EFE realizada vía Google Meet, el encargado de negocios de la embajada estadounidense durante el deshielo (2014-2017) resalta el legado que dejó la política de Obama (2009-2017) en las relaciones entre ambos países tras décadas de Guerra Fría.
A su juicio, ni siquiera el primer mandato del republicano Donald Trump (2017-2021), con el endurecimiento de las sanciones y la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, ha logrado borrar esa huella.
“El deshielo, considera, necesitó “más tiempo” para ser “sostenible”. En su opinión, ese enfoque es “la mejor manera de avanzar los intereses” de Washington: “alentar” las reformas aperturistas en la isla y “mejorar la vida del pueblo cubano”, en contraste con la política de línea dura de los republicanos.
“Durante mi primera misión en Cuba (en los noventa), llegué pensando que el enfoque de EE. UU. era el correcto. Pero, francamente, me marché reconociendo que el aislamiento no era el enfoque correcto y, sinceramente, no había funcionado y no ha funcionado en los últimos 60 años”, afirma.
El embajador retirado, que previamente trabajó en la Sección de Intereses de EE. UU. (una categoría menor a la de una embajada) en La Habana en los años noventa y los 2000, destaca de aquella época al auge del sector privado en el país caribeño, tras décadas de prohibición y demonización.
“Podías ver cómo la mentalidad de la gente estaba cambiando. Los jóvenes eran entusiastas sobre el futuro y algunos estaban enfocando su energía en el mañana de la isla, en contraste con cortar con todo y emigrar”, asegura a EFE.
Tras cuatro años de grave crisis económica –con escasez de bienes y servicios básicos, una inflación galopante y cortes eléctricos diarios–, Cuba vuelve a experimentar un gran éxodo migratorio. En los últimos tres años fiscales, más de 600 mil cubanos han ingresado en EE. UU., según cifras oficiales.
Resistencia al diálogo
El exdiplomático –propuesto por Obama como embajador, el primero en la isla desde 1960– rememora las resistencias que encontró la administración del demócrata para lograr dar un giro total a la política hacia Cuba.
“Dada la larga y tortuosa historia entre los dos países, este proceso nunca iba a ser lineal. Siempre hubo altibajos (...) Mi sensación siempre fue que las autoridades cubanas sabían cómo lidiar con la postura dura. Pero que estaban un poco más incómodos con el enfoque que nosotros estábamos defendiendo”, recuerda.
Tras la visita de Obama a la isla en 2016, momento cúspide del deshielo, el expresidente cubano Fidel Castro afirmó, en un artículo publicado por medios estatales, que la isla no necesitaba que “el imperio” le regalase nada y criticó fuertemente el discurso del estadounidense durante su estancia.
Por otro lado, DeLaurentis resalta que la administración Obama asumía que iba a haber resistencia de sectores de línea dura en Cuba, aunque señala que “también hubo gente, supongo que en su mayoría del sur de Florida, que estaba muy en contra” del acercamiento.
De cara al próximo gobierno de Trump, quien asumirá en enero y ha propuesto como secretario de Estado al cubano-estadounidense Marco Rubio, defensor de aumentar las sanciones contra La Habana, DeLaurentis resalta cómo el tema Cuba despierta un diferente nivel de atención entre quienes creen en el diálogo y quiénes abogan por la mano dura.
“Pienso que el enfoque de Obama fue muy popular a escala nacional y ciertamente hay mucha gente que piensa que ésa es la mejor forma de llevar las cosas. Pero también es cierto que quienes defienden una línea más dura, para muchos de ellos, ésa es posiblemente su principal prioridad. Mientras que, para quienes apoyan el acercamiento, es importante pero tienen muchas otras prioridades”, lamenta. La Habana (EFE)