Quince años después de su disolución musical y, en la práctica, también fraternal, los hermanos Gallagher han anunciado la futura reunión de Oasis, aclamadísima banda gracias sobre todo a dos discos que propulsaron el llamado “brit pop” e igualmente conocida por los desvaríos y puñaladas de sus miembros.
Fundada originalmente en 1991 en Manchester (Reino Unido), no fue hasta 1994 cuando apareció su primer álbum, ‘Definitely Maybe’, del que este mismo jueves 29 de agosto se cumplen tres décadas, con temas ya icónicos de su carrera como ‘Live Forever’, ‘Cigarettes & Alcohol’ y ‘Rock ‘n’ Roll Star’.
Supuso el inicio de una revolución que devolvió la atención mundial sobre la música inglesa a partir de un sonido alternativo, pero construido sobre timbres clásicos heredados de lo mejor de la tradición británica, como The Beatles, The Kinks o The Rolling Stones.
Solo en Reino Unido se terminaron vendiendo casi 2,5 millones de copias, pero su éxito traspasó fronteras y alcanzó a un mercado como el estadounidense, que llevaba un tiempo de espaldas a lo que pasaba en su antigua metrópolis.
En paralelo también logró gran popularidad el disco ‘Parklife’ (1994) de Blur, otra banda inglesa, a la que siguieron Pulp, Suede, Ocean Colour Scene o The Verve con su memorable ‘Better Sweet Symphony’, acuñándose el término “britpop” para englobar a toda esta ola de creatividad rediviva desde aquel país.
“El ‘brit pop’ no fue algo real. Lo que se llamó así era simplemente gente haciendo música. No hacíamos nada británico por la fuerza; sonaba como somos”, alegó muchos años después uno de los miembros emblemáticos de Blur, Graham Coxon, en una charla con EFE.
Sea como fuere, el concepto sí tomó fuerza en los años 90 y se convirtió en una de las corrientes que definieron esa década, casi como una respuesta a la irrupción del “grunge” estadounidense en la primera mitad de esos años.
Oasis se convirtió en una de las principales puntas de lanza de aquel movimiento desde su debut con ‘Definitely Maybe’, pero aún más con su siguiente trabajo, ‘(What’s the Story) Morning Glory?’, que vio la luz solo un año después.
Con grandes estribillos que invitaban a ser coreados por multitudes y líneas melódicas definidísimas reconocibles desde el primer acorde, ahí aparecieron temas irrenunciables no solo para los seguidores del grupo, sino los que conoce hasta quien puede no conocer 30 años después a Oasis, esto es, ‘Wonderwall’, ‘Don’t Look Back In Anger’ y ‘Champagne Supernova’.
Con sus 22 millones de copias vendidas en todo el mundo, es uno de los de mayor éxito comercial de la historia, posición de predominio que también ostenta para la crítica internacional, por no hablar para los británicos: en una votación organizada por los Brit Awards fue elegido el mejor álbum desde que estos galardones comenzaron a entregarse en 1977.
De promesa a héroes nacionales, en 1996 reunieron en Knebworth Park a 250.000 seguidores en uno de los conciertos más grandes nunca celebrados en la era preinternet, con más de 2 millones de personas intentando comprar entradas.
Aquellos primeros pasos triunfales se convirtieron, sin embargo, en el principio de una lenta agonía. Ninguno de sus cinco discos posteriores fue capaz de concitar los mismos consensos ni comerciales ni de crítica, de ‘Be Here Now’ (1997) a ‘Dig Out Your Soul’ (2008).
Según se relataba en el documental ‘Supersonic’, producido por los propios Gallagher en 2016, “había dos personas luchando por el puesto de primer ministro” y las tensiones entre dos personas que no tenían a gala precisamente la discreción no hicieron sino ir en aumento.
Hace casi 15 años, el 28 de agosto de 2009, el mayor de los hermanos, Noel, dijo basta a una rivalidad que arrastraban desde niños y cerró la puerta tras de sí justo antes de un concierto para iniciar su carrera en solitario dejando a Liam y al resto de la banda (luego reformulada bajo el nombre de Beady Eye).
“Al final de esa gira, todo el mundo quería largarse y tomarse las cosas con calma, excepto una persona”, argumentó Noel en una entrevista con EFE celebrada en 2019, cuando insistía en sus reticencias a volver a formar parte de un grupo: “Estuve en una banda veintitantos años y no estoy interesado en estar en otra nunca más”.
Siempre se consideró que él era el gran compositor del grupo, mientras que Liam era la personalidad carismática. “Siempre me he sentido muy seguro de mí mismo frente al público y ante mi manera de cantar. Soy muy bueno en que una canción de mierda suene genial”, declaró a EFE ese mismo año.
Sea como fuere, por separado tampoco consiguieron acercarse ni de lejos a su trascendencia musical pasada. Solo en los últimos años el menor de los Gallagher comenzó a aminorar las puñaladas que se lanzaban mediáticamente y a mostrar su disposición a una posible reunión frente a la que Noel parecía mucho más reacio. Hasta ahora. Madrid (EFE)