Por Jorge RAMOS
Nunca había visto a un candidato autodestruirse de la manera en que lo hizo el presidente Joe Biden en el pasado debate presidencial.
Había veces en que no se le entendía, algunas de sus frases eran incoherentes, y en ocasiones tenía la mirada perdida, sin parpadear y con la boca semiabierta. Por eso el 67 por ciento de los encuestados por CNN después del debate dijo que el expresidente Donald Trump había ganado. Más bien, Biden lo perdió.
Una de las principales preocupaciones de los votantes estadounidenses es la edad de Biden, quien tiene 81 años y está buscando cuatro años más en la Casa Blanca. Y por eso el debate con Trump, quien tiene 78, era una prueba muy importante. Biden tenía que demostrar que su edad no era un impedimento para su reelección. Y fracasó. Estrepitosamente.
El principio del debate fue particularmente difícil para Biden. Estaba ronco y no se le escuchaba con claridad. En varias ocasiones trató de limpiarse la garganta. Su campaña dijo, luego del encuentro, que el presidente llevaba varios días con una gripe. Pero, frente a millones de televidentes, Biden proyectó una imagen de confusión y vulnerabilidad.
Un ejemplo. Cuando se estaba discutiendo el tema de la deuda nacional y los impuestos a los ricos, Biden dijo esto: “Cuando eres elegible, por lo que yo he logrado hacer con COVID, perdón, con lo que he logrado hacer con, mira, finalmente acabamos con Medicare”. Nadie entendió lo que quiso decir.
Hubo varios momentos parecidos.
Trump aprovechó los titubeos de Biden para decir, luego de otra errática respuesta del presidente, “que no sé qué quiso decir al final de esa frase, y no creo que él tampoco sepa lo que dijo”.
La actuación del mandatario fue tan desastrosa y débil que varios miembros de su propio partido, en televisión y en las redes sociales, abrieron la posibilidad de escoger a otro candidato presidencial para reemplazar a Biden. Aunque esto es poco probable, técnicamente los demócratas podrían escoger a otro candidato durante su convención del 19 al 22 de agosto en Chicago.
Poco después del debate, la vicepresidenta Kamala Harris salió en defensa de su jefe. Pero en una entrevista con la cadena ABC le preguntaron directamente si Biden tenía la capacidad y agilidad mental para ser presidente para otro período de cuatro años. El presidente “no tuvo un buen comienzo”, reconoció Harris, “pero tuvo un final fuerte. Lo importante es esto: no vamos a decidir quién va a ser el presidente de Estados Unidos basados en un debate de 90 minutos”.
Bueno, hay muchos votantes indecisos que sí estaban esperando este debate para decidir por quién votar. La realidad es que la mayoría de los estadounidenses, según las encuestas, no está contenta con ninguno de los dos candidatos. “Esta no puede ser la vida real”, explotó el comediante John Stewart después de ver el debate. Estados Unidos, con Biden y con Trump, están viendo hacia el pasado y sus candidaturas han evitado un cambio generacional en el liderazgo de la nación más poderosa del planeta. Uno de los momentos más vergonzosos del debate fue cuando se les preguntó a los candidatos sobre su edad y ambos se pusieron a pelear sobre quién podía pegarle más lejos a una pelota de golf.
Si bien las principales críticas a Biden fueron por su titubeante presentación y por su preocupante lenguaje corporal -frecuentemente viendo hacia abajo o hacia el vacío-, a Trump muchos medios lo acusaron de mentir constantemente en la hora y media de debate. Aunque eso no es nuevo. De alguna manera, todos nos hemos acostumbrado a ver a Trump manipular la verdad. Basta con recordar que hoy, todavía, no ha aceptado los resultados de las elecciones presidenciales del 2020 y que un jurado lo encontró culpable de falsificación de documentos. Trump aún enfrenta otros tres juicios.
En el debate Trump se negó a reconocer su participación en la insurrección del 6 de enero del 2021, que culminó con el ataque de cientos de personas al Capitolio. Y la moderadora Dana Bash tuvo que preguntarle tres veces si reconocería el resultado de las elecciones del 5 de noviembre de este año. Aun así, la respuesta de Trump no fue un sí categórico.
Pero fue la inconsistente actuación de Biden lo más preocupante.
El Biden que vi en el debate es muy distinto al que entrevisté en febrero del 2020, cuando era candidato a la Casa Blanca. Durante esa conversación estuvo atento, preciso, alerta y discutió de memoria datos y eventos históricos. De hecho, tuvimos un fuerte argumento sobre los tres millones de indocumentados que deportó el gobierno de Barack Obama -por eso algunos le llamaban el “deportador en jefe”- y Biden respondió con fuerza y absoluta concentración.
Esto no es lo que vimos en el debate.
Nuestra responsabilidad como periodistas es reportar la realidad tal y como es, no como quisiéramos que fuera. Y por eso es preciso decir que, durante el debate, Biden fue un candidato ausente. El segundo debate será en septiembre. Ya veremos si es demasiado tarde para recuperarse del que, sin duda, será recordado como uno de los encuentros más tristes en la historia política de Estados Unidos.